Perseverar: Hechos 2Sample

Enseñanzas

La Iglesia primitiva perseveraba en las enseñanzas de los apóstoles. Este detalle no es menor. No seguían ideas sueltas ni emociones pasajeras; edificaban su fe sobre la enseñanza sólida de quienes habían estado con Jesús. Las palabras de los apóstoles no eran consejos humanos, sino verdad revelada por Dios para formar discípulos maduros.

En nuestra generación, estamos rodeados de información, pero no toda ella edifica. Necesitamos discernimiento para abrazar enseñanzas que nos conecten con la verdad de Cristo y nos alejen de las mentiras del mundo. La enseñanza apostólica no era teórica ni distante; era práctica y transformadora. Llevaba a la obediencia, al cambio de vida, a la misión.

A veces, confundimos saber con crecer. Pero el conocimiento sin transformación solo infla el ego. La verdadera enseñanza nos confronta, nos incomoda y nos lleva a rendir nuestra vida al Señor. No es suficiente conocer versículos; necesitamos que la Palabra de Dios moldee nuestros pensamientos, emociones y acciones.

Ser discípulos implica sentarnos a los pies del Maestro y dejarnos enseñar. Jesús sigue hablando hoy a través de su Palabra, de hombres y mujeres fieles, y del testimonio vivo de la iglesia. Estás llamado a ser moldeado por la enseñanza, no por la opinión popular. La iglesia crece cuando sus miembros son enseñables, cuando hay hambre por aprender y disposición para obedecer.

No se trata de acumular información bíblica, sino de formar una vida coherente con el Evangelio. Una comunidad transformada por la enseñanza es una comunidad que impacta su entorno. Cuando la verdad de Dios es el fundamento, todo lo demás encuentra su lugar. Las enseñanzas del Reino nos reorientan, nos despiertan del letargo espiritual y nos desafían a vivir contraculturalmente. Enseñarse unos a otros con sabiduría, exhortarse y edificarse en amor son pilares de una comunidad saludable. La madurez espiritual no se improvisa; se cultiva con tiempo, humildad y hambre de verdad. Por eso, la enseñanza en comunidad es un don precioso que no debemos descuidar.

Aplicación práctica: ¿Eres enseñable? ¿Buscas someterte a la Palabra y dejarte formar por ella? Haz de la enseñanza bíblica una prioridad. Participa activamente en espacios donde se enseñe la verdad y ponla por obra.