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Identidad

Durante muchos años de mi vida he basado mi identidad en las cosas que hacía. Cuando tenía 13 años, mi identidad se basaba en los amigos que tenía. Yo quería encajar así que me dejaba llevar por lo que ellos hacían. Más adelante, empecé a estudiar y trabajar, mis amigos perdieron un poco de importancia, y mi trabajo y estudios era lo que yo sentía que me daban valor. Luego comencé a servir en la iglesia, lo cual mucha gente identificó como mi identidad primordial. También es común que basemos nuestra identidad en la imagen que mostramos al mundo de nosotros mismos ya sea a través de Instagram o a través de la forma en que vestimos. Por si aún no está muy claro acerca de qué exactamente estamos hablando, la RAE define identidad como: “Conjunto de rasgos propios de un individuo que le caracterizan frente a los demás.” 

Piensa por un momento, ¿cuáles son esos rasgos propios que consideras muy tuyos? Es decir, ¿en qué estás basando tu identidad? ¿Cuáles son las actividades que te costaría muchísimo dejar de lado en tu vida? 

Lo cierto, es que no es malo que nos encante un cierto deporte o un estilo de música y que eso haya formado parte de nuestra identidad. Dios nos ha creado para que disfrutemos del deporte, de la música, para que tengamos amigos, para que estudiemos y trabajemos. Pero debemos tener cuidado cuando una de estas áreas ha ocupado el centro de nuestro ser y le ha dado una patadita a Jesús poniéndole en el número 2 (o 3, o 4...) de nuestras prioridades. Imagínate si mi trabajo ha ocupado el centro de mis prioridades, ¿cómo crees que irá mi matrimonio? O si mi imagen es lo más importante para mí, ¿cómo me sentiré si engordo unos kilos? O si mis amigos son mi mayor prioridad, ¿qué pasará si por cualquier enfado deciden pasar de mí? Jesús es la única persona inamovible, estable y merecedora de ocupar el número 1 en nuestros corazones. Cuando él está en el centro de nuestras prioridades, nuestra identidad se convierte en aquello que él piensa de nosotros. 

En los siguientes versículos descubrirás aquello en lo que debería basarse tu identidad. Esto es lo que Jesús dice de ti cuando formas parte de su familia.