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Iglesia

Mi marido y yo somos muy familiares. Nos encanta pasar el rato con nuestros padres y familiares. Nos sentimos muy unidos a ellos. Y esta unión se debe en gran medida a la sangre que compartimos con ellos. Además, bien estemos cerca o lejos, siempre nos escribimos o nos llamamos. Como en cualquier familia, las relaciones no son perfectas, pero son cruciales para seguir formando parte de este clan tan especial para nosotros.

Al igual, las personas que de domingo en domingo nos levantamos de la cama para juntarnos en la iglesia estamos unidos por una relación. La primera y más importante es la relación individual que cada uno de nosotros tiene con Dios. Aunque ésta es invisible a los ojos, es necesaria para formar parte de la iglesia. Si vas al culto semanalmente pero no te relacionas con Jesús personalmente, tengo malas noticias para ti: no eres la iglesia. Los cristianos formamos una comunidad que se centra en la persona de Jesús. Podríamos decir, que Jesús es la sangre que corre por nuestras venas. Y la relación que tenemos individualmente con él hace que todos nuestros cuerpos formen una sola familia y seamos la iglesia. 

Piensa por un momento en la persona de Jesús y las cosas que él hizo en la Tierra. Haz una lista de las características que debería diferenciar a esta familia en la que Jesús es el protagonista. 

Desinteresada. Orientada hacia el prójimo. Nada les impide llevar una lasaña a la madre que acaba de parir o al amigo que ha tenido un accidente de coche. Rápida para extender un billete al hermano que no puede pagar la matrícula del cole de sus hijos este mes de septiembre. Todos los que la observan desde fuera quieren formar parte de ella por el buen rollo que hay entre ellos y la generosidad de los unos con los otros. No paran de cantar y de decir cosas buenas de su Dios y de sus hermanos. El que sabe enseñar, enseña a los niños y el que sabe hacer café, lo prepara. Todos trabajan gratuitamente para beneficiar al resto, mientras Jesús hace latir el corazón de esta familia tan especial. Viven sin miedo a defender la Biblia ya que están obsesionados con ella y siempre encuentran el versículo perfecto para cada situación, hasta cuando se les muere un ser querido. 

Formar parte de la familia iglesia no sólo será una bendición para tu vida, si no que también te ayudará a crecer. Cuanto más te involucres, más madurarás. Muchas veces el cambio que necesitamos en nuestras vidas consiste en poner nuestros dones al servicio de Dios. No importa si no sabes exactamente qué dones tienes, empieza por las pequeñas cosas que crees que tú puedes resolver. Como cuando vas a casa de tu hermana que tiene dos hijos y simplemente la ayudas poniendo el lavaplatos mientras ella cocina. Así es la iglesia. Poner el lavaplatos. Colocar las sillas. Acercarse al que está solo en la reunión de jóvenes. Pararse para darle un abrazo a tu “abuela” de la iglesia. Permite que Jesús te use en esta familia en la que él es la sangre y sé valiente para practicar allá donde estés lo que has aprendido durante estos diez días. 

Lee Hechos 2:44-47 y medita en la actitud de la primera iglesia. ¿Cuáles son los pasos que vas a tomar para ser la iglesia?