Y en Paz Me Acostaré. Muestra
A mediados de abril del 2020, ESPN y Netflix estrenaron The last dance [El Último baile], una miniserie que narra la última temporada de Michael Jordan en los Chicago Bulls. Para los que somos apasionados de este deporte, este documental es una maravilla que nos lleva a conocer las entrañas del mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos.
En un momento del segundo capítulo, toda la atención se centra en el mejor segundo de todos los tiempos, el acompañante ideal para Jordan, el gran Scottie Pippen. Pippen jugó al lado de Jordan casi toda su carrera en los Chicago Bulls y fue uno de los líderes indiscutibles del equipo. Su valía fue reconocida por todos de tal manera que fue elegido como jugador más valioso (MVP) en multitud de ocasiones.
En el segundo capítulo de The last dance, Michael Jordan hace una declaración sobre algo que todos los que seguíamos a los Bulls en aquella época teníamos muy claro: ”Yo no habría ganado los campeonatos sin Scottie Pippen a mi lado”.
A lo largo de los años he liderado varios equipos en diferentes ámbitos: en la empresa, en la iglesia, en el deporte… Y en todos y cada de uno de ellos he buscado la conjunción de capacidades para lograr un equilibrio casi perfecto en el conjunto. Esto solo es posible cuando potenciamos las capacidades individuales y colocamos a cada individuo en el lugar donde pueda desarrollar su máximo potencial.
Phill Jackson, entrenador de los Bulls en la época en que ganaron todos sus títulos, lo sabía hacer de maravilla.
Si somos sinceros, ni sabemos hacerlo todo, ni todo lo que sabemos lo hacemos de manera impecable. Todos tenemos capacidades, hay cosas que sabemos hacer excepcionalmente bien, en otras nos defendemos y hay otras que ojalá no nos toque intentarlas jamás porque sería un fracaso.
Cuando hablamos de la comunidad cristiana sucede lo mismo. No todos tenemos las capacidades para hacer las mismas cosas. En 1 Corintios 12, la Palabra de Dios nos habla de que cada creyente ha recibido un don como mínimo, un regalo, para ponerlo al servicio de la comunidad, porque la esencia de la comunidad cristiana es el servicio, la ayuda, el darnos a los demás. Entonces, si la Palabra nos dice que todos hemos recibido ese regalo, eso quiere decir que todos somos buenos en algo, y habrá cosas en las que no seremos tan buenos.
Cuando todos ocupamos nuestro lugar en la comunidad, esta funciona a la perfección, como cuando todos los jugadores hacían lo que tenían que hacer en los Bulls. Más que un equipo, parece una sinfonía. Pero para que todo esto cuadre y funcione, es imprescindible conocer nuestro sitio en medio de la comunidad y darnos el valor que tenemos en ese lugar. Como nos explica el texto que os propongo hoy, todos formamos parte del mismo cuerpo y todos somos necesarios.
Esta realidad, que podemos adaptar a todas las áreas de nuestra vida en las que trabajamos o convivimos con un grupo de personas, también nos enseña algo muy importante, y es que formando parte del equipo, nunca estoy solo.
Cuando “juego solo” no hay nadie que me levante al caer, pero tampoco hay nadie que me ayude y me corrija cuando me equivoco, porque sea cual sea mi posición en el equipo, me voy a equivocar y voy a tener que rectificar y reenfocarme. Estos versículos nos enseñan a entender que el equipo es una bendición, que formamos parte de una unidad que funciona mejor cuando todos ocupamos nuestro lugar, y que juntos es más fácil acertar y levantarnos cuando fallamos.
Escritura
Acerca de este Plan
Este devocional contiene 7 reflexiones esperanzadoras basadas en historias y experiencias con las que nos vamos a identificar y encontrar palabras de esperanza en medio de las crisis y de las diferentes pruebas que la vida pueda traer. Basadas en el libro "Y en paz me acostaré" de Juan Triviño
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Nos gustaría agradecer a Juan Triviño por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: http://www.noubooks.es/es/inicio/629-y-en-paz-me-acostare-40-reflexiones-esperanzadoras-para-tiempos-dificiles.html