Y en Paz Me Acostaré. Muestra

La primera vez que estuve en el Camp Nou me quedé impresionado. Había estado en varios estadios de fútbol más pequeños cuando era jugador de rugby, porque cuando yo empecé a jugar, en España muchos clubs compartían estadio con equipos de fútbol. Pero nada comparado con el estadio del Fútbol Club Barcelona.

Cuando entras por primera vez en el estadio te das cuenta de lo inmenso que es. Más de 90.000 personas se reúnen en un mismo lugar para presenciar uno de los mayores espectáculos del mundo. Ese día, la primera vez, te da igual desde dónde vas a ver el partido, lo importante es que estás ahí. Estás viendo al equipo que llevas siguiendo desde que tienes recuerdos, y todo lo demás da igual.

Cuando te sientas en las primeras filas, y si estás en la parte central del estadio, puedes escuchar cómo hablan los jugadores, cómo intercambian opiniones, gritan, celebran… Pero eso no lo puedes ver desde la última grada. Es cuestión de perspectiva. Aunque estés viendo el mismo partido.

Hay otras perspectivas que te permiten disfrutar del mismo espectáculo. Puedes ver el partido por televisión y lo puedes escuchar por la radio. Aquí las sensaciones son muy diferentes a si estás en el estadio, pero también tiene su emoción. Diferentes maneras de ver el mismo partido desde distintos puntos de vista.

Sin embargo, hay dos grupos de personas que estando en el mismo evento, a la misma hora y viéndolo desde la misma perspectiva van a ver dos partidos diferentes. Y esos son los dos equipos. Los dos equipos van a ver dos partidos diferentes, aun jugando el mismo encuentro. Porque todo es cuestión de perspectiva.

Pau Donés, el cantante de Jarabe de Palo, decía en una canción: ”Depende, de qué depende, de según cómo se mire todo depende”, porque todo, absolutamente todo, es cuestión de perspectiva.

Algo parecido pasa con la edad. Cuando veo cómo razona mi hija (16 años) frente a algunos temas, no puedo dejar de recordar que es prácticamente igual a cómo lo hacía yo a su edad. En el momento en que ella expone su punto de vista, lo hace completamente convencida de que tiene razón y que el resto del mundo se equivoca. La cuestión es que ella no es capaz, como ninguno de nosotros lo éramos, de tomar en cuenta los treinta años de experiencia que nos separan. Y que mi perspectiva es mucho más amplia solo por el hecho del tiempo que ha pasado.

En cuanto a nosotros, ser conscientes de nuestras limitaciones, en cuestiones de perspectiva, nos ayuda a colocarnos en el lugar correcto. No lo sabemos todo, y no lo podemos saber. Tenemos límites y carencias, aunque no nos guste reconocerlo. Somos seres finitos y limitados y nuestra respuesta ante las circunstancias de la vida también lo es.

Sin embargo, Dios no es así. Dios es el dueño del tiempo y del espacio. Es el Creador y nada, absolutamente nada, queda fuera de su control. Si reconocemos a Dios como nuestro Dios, hemos de reconocer que, en este punto, su perspectiva es totalmente diferente de la nuestra.

Cuando Dios nos mira, no lo hace como nosotros somos capaces de mirarnos. Cuando Dios nos mira lo hace desde su deidad. Lo hace desde un punto de vista que podemos intentar imaginar, pero que no podemos comprender. Somos demasiado pequeños comparados con Dios como para comprender y entender la perspectiva que tiene de la humanidad. Dios ve todo aquello que nosotros no somos ni capaces de intuir. Por eso las palabras que encontramos en el libro del profeta Jeremías son tan impactantes. Cuando las leo me invade un sentimiento de paz porque sé que Dios ve lo que yo no veo, y nada queda fuera de su control.

Te invito a leer estas palabras y pensar en todas aquellas cosas que ahora no ves cómo solucionar, esas circunstancias que te generan estrés y agobio, y que descanses en que el Señor tiene el control de todo. Confía en sus promesas y descansa en su Palabra.