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Seamos Generosos

DÍA 1 DE 3

GENEROSIDAD EXTRAVAGANTE

Cuando Pablo escribe su Segunda Carta a los Corintios, los santos en Jerusalén estaban pasando gran necesidad a causa de la persecución romana. Los apóstoles le habían encargado a Pablo recoger entre las iglesias, ofrendas voluntarias para los hermanos allí. Los Corintios, en particular, hacía un año habían prometido ofrendar, pero no lo habían hecho aun pasado tanto tiempo. Pablo les escribe sin ambigüedades: “Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no solo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado. Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis” (2 Corintios 8:10,11). Ofrendar era un acto que habían postergado y cuya bendición habían demorado para perjuicio propio y de aquellos que serían objeto de su generosidad.

Pablo invita a los corintios a considerar la generosidad extravagante de los macedonios y de Cristo. Debían emular a los macedonios, los cuales estando en grandes pruebas dieron más allá de sus fuerzas: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos” (2 Corintios 8:1-4). Debían, a la par, ser inspirados por el Señor Jesús, que siendo rico se hizo pobre por ellos: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Corintios 8:9). Ambos casos eran ejemplos vigorosos de dar fuera de lo común, una actitud que Pablo quería que imitaran los corintios de igual manera.

Mejorar nuestro estilo de vida es bueno, pero mejorar nuestro estilo de dar es todavía mucho mejor. Dar y dar bien, con abundancia, como aquella viuda, que en el Evangelio de Lucas Jesús la elogia por dar sin mezquina avaricia (Lucas 21:1-4). Al fin y al cabo, en la lógica del reino de Dios solo tenemos, verdaderamente, lo que damos (Mateo 19:21). Los tesoros en el cielo se hacen con lo que entregamos, no con lo que retenemos. Dar es un acto de sabia mayordomía, a la vez que un hermoso acto de sublime adoración al que nos da todas las cosas para que las disfrutemos.

Día 2

Acerca de este Plan

Seamos Generosos

La generosidad cristiana no se constituye de actos erráticos o aislados, sino que ha de ser un estilo de vida intencional. Tomando como ejemplo a Cristo, quien se dio asimismo por nosotros, debemos ser dignos imitadores de Él y reproducir en nuestra andadura, la generosidad que hemos aprendido mediante su aleccionadora impronta. En este plan leeremos textos que nos acercarán al espíritu de generosidad que ha de caracterizar a todo hijo de Dios y reflexionaremos en aspectos importantes de esta virtud teológica que es la dadivosidad.

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