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Seamos Generosos

DÍA 2 DE 3

GOZOSA GENEROSIDAD

Con algunas décadas ya en la iglesia, he oído frases exhortativas de todo tipo, algunas de ellas muy desapegadas al sentir de las Escrituras. Una de ellas reza así: “Tenemos que aprender a dar hasta que duela.” ¿Es esto cierto? ¿Dios quiere que el dolor sea inherente al acto de ofrendar? ¿Dan testimonio de esto las Escrituras? Lo cierto es que no, en ningún momento se nos anima a dar hasta la pesadumbre, como si este acto fuese sufrido y doloroso. Si nos apegamos a la verdad bíblica, lo que tiene que ocurrir es que el acto de dar esté imbuido en un exuberante espíritu de gozo. No es dar hasta que duela, es dar hasta que te desternilles de risa: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7).

Jonatan Goford, el insigne misionero canadiense, vendió junto a su esposa Rosalinda Smith, sus anillos de bodas para comprar folletos y evangelizar en Corea. Lo hizo en gozosa elección, sabedor de que ese sacrificio tendría un efecto bienhechor y perdurable. Sabían que lo recaudado se podría traducir en la salvación de hombres y mujeres, lo que les propinaba un profundo bienestar. C.T. Studd, quien heredó una cuantiosa fortuna, donó todas sus riquezas para la obra del Señor y se consagró enteramente a las misiones. Podría seguir por muchos folios ponderando la feliz virtud de dar, pero la verdad es evidente. Nos conviene dar y hacerlo con gozosa generosidad.

Cuando no damos con alegría es porque hemos sucumbido a alguna alevosa mentira del infierno. No damos cuando el miedo aprisiona nuestra fe, o cuando la duda hace que tiemble nuestra mano, cuando la avaricia nos seduce, o cuando la incredulidad visita nuestros corazones cual huésped inoportuno. Nunca hay una buena razón para no dar, y haremos mal en buscar una “excusa piadosa” para justificar la falta generosidad.

Discierne aquello que te ha robado el gozo de la generosidad, resístelo, deséchalo. Toma decisiones innegociables que te posicionen en la perfecta voluntad de Dios. Elige dar con alegría, en manifiesta oposición al mezquino espíritu del mundo. Que el gozo sea la constante para todo nuestro obrar, que sea lo que diferencie nuestra generosidad de aquella que se hace por aparentar o cumplir con un acto religioso. Demos, pero con festiva actitud, porque sin dudas, solo podemos dar de lo que ya Dios en su bondad inefable nos ha dado.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Seamos Generosos

La generosidad cristiana no se constituye de actos erráticos o aislados, sino que ha de ser un estilo de vida intencional. Tomando como ejemplo a Cristo, quien se dio asimismo por nosotros, debemos ser dignos imitadores de Él y reproducir en nuestra andadura, la generosidad que hemos aprendido mediante su aleccionadora impronta. En este plan leeremos textos que nos acercarán al espíritu de generosidad que ha de caracterizar a todo hijo de Dios y reflexionaremos en aspectos importantes de esta virtud teológica que es la dadivosidad.

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