7 Proverbios Para El Siglo XXIMuestra
El desprecio por el anciano
Una vez leí –y creo que había mucho acierto en aquello– que uno de los mayores signos de decadencia de una sociedad es el desprecio por los ancianos. Ancianos que, por cierto, no han salido de la nada. Son nuestros padres y madres, imperfectos todos ellos, como nosotros, pero el origen de nuestra vida, mal que nos pese.
Ese “pequeño detalle” debería significar algo para nosotros, pero conforme va pasando el tiempo y este siglo se instala, más evidente es nuestro abandono de todo aquel que “ya no sirve”.
Como procuramos ser muy políticamente correctos –porque la clave aquí está en hacer lo que nos parezca (incluso aunque sea salvaje) pero que no se note mucho– nunca lo expresaríamos en términos de “Te abandono porque ya no vales”, claro. Sin embargo, aunque nuestras palabras aparenten ser correctas, albergar misericordia y procurar el bien por encima de todo, la realidad es que nos llenamos de todo tipo de autojustificaciones para liberarnos de semejante carga.
Esta una forma como otra cualquiera de no bendecir ni a nuestro padre ni a nuestra madre, de decirles: “Me quedo con lo que me has dado, pero sin ti”, y de proseguir sin mirar atrás, no sea que se nos ablande la conciencia y eso nos comprometa a un cambio. Quizá suena bastante también al discurso del hijo menor en la parábola del hijo pródigo.
El propio avance la sociedad actual parece justificar ir dejando atrás a “los que no pueden sumarnos”. Ahora bien, eso se parece terroríficamente a la mentalidad de los campos de exterminio respecto a “todo aquello que no servía”. Eso sí, nosotros no nos autoconsideramos nazis, por supuesto. Nos creemos más evolucionados y limpios en nuestra propia opinión.
Sin embargo, también somos olvidadizos, y no por la edad necesariamente, porque como nos recuerda Eclesiastés, a todos nos llegarán los días malos, esos en los que no tendremos contentamiento de ninguna clase. Lo que habrá sumado a nuestra vida será haber vivido tomando placer, de acuerdo, pero todo ello en el temor de Dios, sabiendo que habrá un día de rendición de cuentas, tanto de lo que se ve como de lo encubierto, de lo bueno y de lo malo. Somos guardianes de nuestros mayores.
Temer a Dios y guardar Sus mandamientos. Ese es el todo del ser humano, y las palabras antiguas, leídas de forma relevante al momento presente, como ves, nos ayudan a hacerlo.
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Acerca de este Plan
Vivimos en la era post-moderna, y eso marca radicalmente nuestra manera de vivir. Los proverbios no son profecías, pero sorprende cuán bien algunos de esos pensamientos antiguos retratan nuestro siglo XXI. Parece bastante evidente que el corazón del hombre y la mujer no han cambiado en su esencia, ¿verdad? Solo es cada vez obvio que la distancia con el Creador nos lleva a nuestra peor versión posible.
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Nos gustaría agradecer a Lidia Martín por proporcionar este plan. Para mayor información por favor visite: https://www.lidiamartin.com/