ETERNOMuestra
Morir para multiplicarse
Cuando las semillas son plantadas en la tierra es necesario que mueran para poder convertirse en planta, y así proveer nuevamente semillas. Y serán muchas las semillas que nacen de la nueva planta.
En el capítulo 16 de Juan, Jesús nos dice que Su muerte es algo bueno, algo conveniente. Porque es a través de Su muerte que podemos recibir al Espíritu de verdad, al Espíritu Santo.
El tiempo en que Jesús se hizo hombre, y habitó entre nosotros, realizó muchos milagros, señales increíbles y predicó el nuevo acceso a Dios Padre a través de Su muerte. A horas de morir en la cruz nos enseñó que, cuando todo esto suceda, Dios mismo y Su poder podrán habitar en cada uno de nosotros.
Así, como la semilla muere y se multiplica en muchas semillas, Jesús moriría y se multiplicaría en todos aquellos que crean en Él. ¿Cómo? Por medio del Espíritu Santo.
Cuando creemos en Jesús, nuestro espíritu se vuelve a conectar con Dios Padre y el Espíritu Santo, y comienza a vivir dentro nuestro, guiando nuestra vida, nuestras decisiones y poniendo a nuestro alcance el poder de Dios; que podemos accionar mediante la fe, la obediencia y la oración.
Jesús murió para multiplicarse en cada uno de nosotros y darnos de Su vida. Para que el Espíritu Santo nos pueda convencer de la verdad, de la justicia de Dios y de Su amor eterno.
Debemos dejar que Jesús pueda nacer en nosotros para dar fruto, y para que por medio de nosotros pueda seguir multiplicándose en otros.
Escritura
Acerca de este Plan
El Evangelio de Juan inicia diciendo que Jesús es "el Verbo" o "la Palabra". Que todo comienza en un punto; pero en ese principio ya existía alguien que es ETERNO. Te invito a conocer el mensaje de eternidad que Jesús nos dejó a través de todo el Evangelio para Sus seguidores. Te invito a que puedas convertirte en alguien que vive como Jesús vivía. ¡Jesús es el Dios eterno hecho hombre, por ti y por mí!
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