Pan de vida

Para este momento del Evangelio, Jesús, tenía muchos seguidores y unos cuantos curiosos. En los registros del capítulo 6 podemos leer que una gran multitud lo seguía, unos 5000 varones a los que podemos sumar mujeres y niños; fácilmente superaríamos las 15.000 personas.

Esta multitud lo seguía, incluso, a lugares desérticos; y en este relato Juan nos dice que era casi de noche y no tenían para comer. Fue entonces que Jesús realizó uno de los milagros más llamativos para las masas: multiplicó 5 panes y tres peces hasta poder alimentar a más de 15.000 personas. Sí, ¡leíste bien! Con 5 panes y 3 peces comió casi un mini estadio de fútbol.

Al día siguiente, Jesús, siguió camino sin que esa multitud se percatara. Y cuando la multitud se enteró que Él estaba en otra ciudad, salieron para seguirle, una vez más.

Pero, al llegar al lugar, Jesús los reprochó y dijo: “Ustedes me siguen porque comieron pan, y quedaron saciados. No pongan su mirada en las cosas que se echan a perder, sino que pongan toda su energía en buscar la vida eterna”.

Otra vez Jesús marca el rumbo, pero ahora a Sus seguidores. La falta de foco pone de manifiesto la verdadera razón por la que algunas personas lo siguen. Apenas, un poco más adelante (en el versículo 35) se presentará como el Pan de vida. Una analogía similar a la del “agua de vida” que usó con la mujer samaritana.

Otra vez nos dice, a quienes queremos seguirlo, que debemos poner la mirada en lo eterno, en el verdadero premio, y creer en Jesús como dador de vida eterna.

No debemos correr el riesgo de buscar a Jesús para satisfacer necesidades temporales. Las palabras de Jesús son nuestro alimento espiritual, nuestra esperanza de eternidad.

¡Solo Jesús puede darnos palabras [ alimento ] de vida eterna!