La verdadera libertad

El hombre ha buscado el significado de la libertad de muchas maneras. Ha propuesto formas de vida, ideologías, y hasta emprendió guerras por la libertad. Gente de todo color, de toda nación, de todo pueblo ha peleado por la libertad o en nombre de ella. Y hoy día, esto sigue pasando.

Pero la libertad es algo mucho más profundo que nuestro concepto social. Ser libre no es hacer lo que uno desea en cualquier momento; ser libre es tener la seguridad de que ya no somos esclavos. Pensemos en esto: si creemos que existe una eternidad al final de nuestras vidas en esta tierra, y no podemos elegir nuestro destino, tal libertad no existe realmente porque la eternidad es mucho mayor que nuestro paso por la tierra.

Si al momento de morir no podemos decidir qué sucederá con nuestras almas, ¿somos verdaderamente libres? Jesús dijo: conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.Y esa verdad es claramente explicada en Juan 8:34 al 36.

Ante los ojos de Dios somos transgresores, pecadores; y la paga de nuestro pecado es la muerte. Somos esclavos del pecado porque no podemos dejar de errar y porque, debido a eso, no tenemos otra salida que no sea la condenación. Al practicar lo malo quedamos presos y esclavos del pecado.

Pero el versículo 36 cambia todo: “Si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres”. ¡Solo Jesús puede darnos esa verdadera libertad!

Si creemos en Él, y en que Su muerte en la cruz y resurrección son una realidad, en aquello que Él dijo y en lo que Él hizo, tenemos derecho de ser llamados hijos de Dios. Así obtener la libertar al pecado que nos esclaviza, así dejamos de vivir de forma equivocada.

Creer y vivir la verdad nos hace libres de la condenación eterna y de las ataduras del pecado en este mundo. Nos hace libres de las consecuencias del mal, para decidir vivir el bien día a día.