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“El día más triste – El Pecado”

Esta palabra ya no se usa hoy en día. Tal vez porque suena muy antigua, religiosa o tal vez muy fuerte. Preferimos decir que cometimos un “error”; en lugar de reconocer que hemos PECADO. El hombre que se acuesta con otra mujer, el político que defrauda a su país o el profesional que ha desfalcado a la empresa donde trabaja; siempre dicen lo mismo: “cualquiera comete un error”.

El primer problema con esto es que un ERROR es una falla por falta de información o entrenamiento; como cuando equivocas una respuesta del examen de matemáticas. Pero los ejemplos anteriores fueron decisiones de personas que sabían que lo que estaban haciendo estaba mal y aun así eligieron hacerlo.

El segundo problema es que el pecado lastima al pecador, lastima a la gente en su entorno y lo aleja de Dios, porque así lo eligió el que pecó. Como pasó con Adán.

Entonces, ¿cómo le llamarías a un “error”, que es premeditado y que se realiza a sabiendas de que está mal y va a lastimar a alguien?

Esto no sería tan grave si nuestra vida terminara aquí en la tierra. El asunto es que somos seres tripartitos: cuerpo, alma y espíritu. Una parte visible y dos partes invisibles. Una parte mortal y dos partes eternas. Y en la eternidad sólo tenemos dos destinos posibles: el cielo y el infierno.

En el huerto del Edén, Satanás tentó a Eva quien a su vez convenció al hombre de pecar. ¿El objetivo final? Destruir lo que Dios más ama: La humanidad.

El día en que el hombre pecó fue el día más triste de la tierra porque lo que había sido creado para relacionarse en un amor perfecto con Dios ahora había sido corrompido y revestido de una naturaleza caída que nos obligaría, a partir de ese momento, a hacer lo malo y rebelarnos en contra de Dios.

¿Te has dado cuenta de que de una manera misteriosa siempre es más fácil hacer lo malo?

Pero ese no era el fin. Dios tenía un plan.