¡Qué La Fuerza Te Acompañe!Muestra
En este devocional, quisiera hablarte de la fuerza, algo que me parece maravilloso cuando estudio la Palabra de Dios. Es poder conectar pasajes bíblicos que se encuentran en el libro de Apocalipsis con el libro de Génesis y luego con algún Salmo. En ellos, veo la expresión de muchos siervos que se repiten, pero específicamente en el Salmo 118:14, Isaías 12:2 y Éxodo 15:2. En todos estos versículos bíblicos, dicen más o menos lo mismo. Para David, Isaías y Moisés, todos ellos tuvieron una revelación hermosa en su proceso de caminar con Dios. Llegaron a esta conclusión en algún momento de su vida: “El Señor es mi fuerza y mi canto, Él es mi salvación".
Es a través de esa relación cercana y profunda que empezamos a conocer a Dios. Yo le sirvo al Señor, no solo a través de la predicación, sino también con los niños, es decir, en la iglesia infantil. Recientemente, una de nuestras maestras les hablaba a los niños y les preguntaba: ¿Cuál es la característica de Dios más fuerte en tu vida? Algunos niños respondieron: Amor; otros decían compasión, y otros, alegría. Si te preguntara a ti, ¿cuál es la característica de Dios más fuerte en tu vida? ¿Qué responderías?
Porque, al pensar en estos personajes bíblicos, para ellos, Dios era su fuerza. Son hombres que me impresionan por lo que tuvieron que vivir, por lo que tuvieron que caminar con el Señor; no vienen de cualquier persona. Nos preguntamos: ¿Qué es la fuerza? Es el poder o capacidad para realizar algo. Sinónimos de fuerza son: Ánimo, energía, vigor, fortaleza, resistencia, poder, autoridad, eficacia. También nos preguntamos, ¿cuál es la definición de fortaleza? Es la capacidad de una cosa o persona para sostener, soportar o resistir algo, la capacidad moral de una persona para resistir o sobrellevar el sufrimiento. Sus sinónimos son solidez, robustez, resiliencia.
Sabemos que la palabra resiliencia se ha vuelto muy popular en estos tiempos. Pero, para estos personajes bíblicos, era su realidad. Decían: “Eso es Dios para mí, Él es quien me sostiene, Él es quien me da la capacidad, Él es quien me permite seguir adelante, aunque haya días, semanas o años que tal vez no sean tan fáciles... ¡Él es mi fuerza! ¡Él es mi fortaleza! A Él voy, Él es lo que necesito, Él es mi fuente".
En Isaías, Capítulo 37, versículo 3 dice: “«Así dice Ezequías: “Hoy es un día de angustia, castigo y deshonra, como cuando los hijos están a punto de nacer y no se tienen fuerzas para darlos a luz". En otras versiones que leí, decían palabras como: <<Este es un día de blasfemia, castigo, humillación, tribulación, dificultad, insultos, tristeza, desgracia, ignominia, vergüenza. Porque no hay fuerzas para dar a luz>>.
Y me impresionó este pasaje, porque además está en un contexto increíble, es un rey que decían que confió en Dios; estoy hablando del rey Ezequías. En el contexto, el rey de Asiria, Senaquerib, va al rey Ezequías, llenándole la cabeza con cosas en contra de Dios, diciéndole cosas como esta: ¡Dios no está contigo!
La Biblia es enfática en decirnos que Ezequías confiaba en Dios, y cuando él oye las amenazas por parte de Senaquerib, observa lo que dice y piensa en lo que esto significa. Porque creo que hay momentos donde nos sentimos así, y lo que trata de hacernos ver esta expresión de la palabra es llevarnos a identificarnos con esa mujer que lleva tanto tiempo esperando que nazca su hijo y se siente sin fuerzas. En mi caso particular, tengo tres hijos, y la verdad, hubo meses duros en mis embarazos, como meses hermosos, de alegría, de emociones felices y muchas veces de temor, cuando, de pronto, uno tenía riesgo de pérdida del bebé, de mareos, de náuseas, que uno no sabe ni qué comer y qué no comer. Si eres madre, sabes a lo que me refiero.
Y pasó lo mismo con esta mujer que nos describe Isaías, después de haber esperado tanto, por fin le llega el proceso de parto…”Respira, empuja, y uno, dos y tres. Y cuenta, y respira, y puje". Pero, cuando ya el bebé va a nacer, no tiene fuerzas, no es capaz.
¿Alguna vez te has sentido así, sin fuerzas? Cuántos hemos sentido, he orado, Señor, he ayunado, Señor, he esperado, oh, Dios. He amado. Señor, he perdonado. Señor, he vuelto a levantarme. ¡Pero, ya no puedo más! ¡Ya no tengo fuerzas! Y, tal vez, muchos estamos así. ¡Necesitando respirar, tomar el último aliento y dar el último pujo! Pero, en Apocalipsis 3:8, Dios mismo nos dice: “Yo sé que tus fuerzas son pocas". Y, tal vez, muchos nos sentimos así, con pocas fuerzas.
O tal vez, nos sentimos como Job, que después de todo lo que le había pasado, él llega a responderle a Dios. “¿Tengo acaso la fuerza de la roca? ¿Acaso tengo piel de bronce?"(Job 6:12). Sabemos que Dios escoge a sus mejores guerreros para sus peores batallas. Pero, nos preguntamos: ¿Será que Dios me está confundiendo con Rambo? Hay veces que creo que esta es la forma moderna de decirle a Dios lo que Job le decía en su momento al Señor: <<Tengo acaso la fuerza de una roca, creo que me confundiste, Señor, date cuenta de todo lo que he vivido>>.
Y después, el mismo Job nos dice: “Si de fuerza se trata, ¡Él es más poderoso que yo! (Job 9:19). Después, llega un momento en que, en medio de su dolor, en medio de no entender por qué están pasando tantas cosas, se voltea y le dice a Dios: Ay, Señor, pues, sí vamos a hacer un pulso, tú me ganas, yo no te voy a ganar.
Escritura
Acerca de este Plan
En este devocional, exploraré la fascinante conexión entre distintos pasajes biblicos revelando el concepto de la fuerza divina del rey Ezequias, Gedeón y Job, y ver cómo en su profundo caminar con Dios, llegaron a una reveladora conclusión en algún punto de sus vidas: "El Señor es mi fortaleza, mi cántico y mi salvación".
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