El Novio ApasionadoMuestra

El beso que transforma

El servicio que prestamos a Dios debe ser una consecuencia de nuestro amor por Él, y no un intento de sustituir o compensar ese amor. El Señor desea que nuestro corazón esté completamente entregado y derramado delante de Él. Nuestro servicio a Dios debe hacerse con alegría, y no como una obligación seca. Dios nos llama a buscar Su presencia, no por mero deber, sino porque encontramos plenitud en Él.

Jesús advirtió a Marta, en Lucas 10:41-42, cuando dijo: "Marta, Marta, estás preocupada y turbada con muchas cosas; pero solo una es necesaria. María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada" (NVI). Marta estaba ocupada con el servicio, pero María eligió la intimidad con Jesús, y eso es lo que el Señor desea de nosotros. Debemos recordar que el mayor llamado es estar a los pies del Maestro, en comunión con Él.

¿Qué nos impide vivir ese primer amor? Muchas veces es la religiosidad, la rutina o incluso la autosuficiencia que desarrollamos en nuestro caminar. Podemos caer en la trampa de pensar que nuestro trabajo para Dios es suficiente, pero el Señor quiere nuestro corazón.

La madurez espiritual solo se alcanza cuando conocemos verdaderamente al Señor, y ese conocimiento proviene de Su Palabra. Dios desea besarnos con el beso que es mejor que el vino, el beso que nos transforma y nos hace vivir en plenitud.

Debemos acercarnos a Dios como niños, humildes y dependientes. Jesús nos llama a esta intimidad, a una relación donde Su amor es nuestra prioridad. Que podamos recibir el beso de la Palabra y dejar que nos transforme, enamorándonos nuevamente de nuestro primer amor.