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El Dios Que AdoramosMuestra

El Dios Que Adoramos

DÍA 4 DE 5

Dios es bueno, el único bueno

El concepto de “bueno” está devaluado, cualquiera puede serlo o dejar de serlo. Por ejemplo, mi suegra dice que su hija se ganó la lotería porque su yerno es bueno. Ahora, ¿es Dios bueno en el mismo sentido que yo soy bueno? El Salmo 135:3 nos invita a cantar alabanzas a su nombre porque el SEÑOR es bueno. ¿Eso significa que deben adorarme a mí también porque soy bueno? Si la respuesta es no, debe existir alguna diferencia entre la bondad de Dios y la mía.

Lo primero que debemos decir es que la bondad es una característica esencial de Dios. Dios es bueno en su esencia y esto es la base de todo lo que hace. Así lo dice Génesis 1:31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Todo lo que Dios hace es bueno porque cumple su propósito. Por eso, cuando Génesis dice que la creación es buena es porque cumple su propósito y refleja a su Creador.

Dios no es solamente bueno, él es la definición de bondad. El carácter y el comportamiento de Dios no necesitan ajustarse a ningún estándar externo de bien en el universo para ser aprobado; es decir, la bondad de Dios no está puesta a prueba. Para que esto ocurriera debería existir alguien o algo más bueno que él, pero no es así. Dios y lo que él ha hecho son el estándar, la definición de lo que es bueno y lo que está bien.

Frente a esta verdad de la bondad de Dios podemos responder, por lo menos, con cinco acciones:

• Adorar: cuando percibimos bondad a nuestro alrededor generalmente halagamos a quien haya tenido esa acción. Ahora, ¿no amaremos y adoraremos a la fuente de la que fluye continuamente todo bien? ¿Cómo no adorar a Dios si es bueno? Jesús fue la expresión máxima de la bondad de Dios, entregar a su propio Hijo para morir por quienes le han dado la espalda. ¿Cómo no correr a la cruz y adorarle? ¡Alaben al SEÑOR porque él es bueno, y su gran amor perdura para siempre! (1 Crónicas 16:34).

• Esperar: las personas que han sufrido, les cuesta esperar que la bondad venga de Dios. En sus mentes, las figuras paternas o de autoridad no son buenas; conectan esa experiencia dolorosa con su acercamiento a Dios y no encaja. Se aproximan a Dios con temor a ser castigados o abandonados. La Escritura afirma en el Salmo 145:9 que Dios es bueno para con todos y que Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación (Santiago 1:17). Él es bueno, por eso su amor no cambia; él es bueno, por eso nos perdona; él es bueno, por eso nos recibe. Que nuestro dolor no nos impida acercarnos al Padre a disfrutar de su bondad.

• Buscar: cuando entendemos que la bondad infinita de Dios es el remedio para cada mal que experimentamos, entonces dejaremos de buscar la solución al problema del mal en el mundo fuera de Dios. Si enemigos nos están persiguiendo, el Señor es nuestra fortaleza. Si es el pecado y la culpa, él nos perdona. Si son poderes y principados, la victoria de Cristo es la respuesta. Si es la impotencia frente al pecado que nos tienta, su gracia se vuelve suficiente. Si es un mal que nos han hecho, esperamos que Dios sea quien vengue nuestra causa. Bueno es el SEÑOR, una fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en él se refugian (Nahúm 1:7).

• Arrepentirse: la bondad de Dios nos debe llevar a sentir profundo dolor por nuestro pecado y por las cosas que hemos hecho en el pasado. Disfrutamos de la vida eterna no por cumplir con toda la ley, sino porque somos conscientes de su bondad, entendemos más claramente la implicación de nuestra maldad. Un corazón no arrepentido es un corazón que no reconoce su necesidad de Dios, es decir: soy lo suficientemente bueno como para vivir sin la bondad (perdón) de Dios. ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:4).

• Imitar: él es bueno en su naturaleza y, por lo tanto, lo que emana de su esencia es hacer el bien. Dios derrama su bondad y la distribuye a todas las criaturas, haciendo salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos (Mateo 5:43-48). Ahora, este es un atributo comunicable, a diferencia de la omnipresencia y omnisciencia. Esto implica que nosotros debemos imitar a Dios siendo buenos, así como al principio la creación fue buena en gran manera, es decir, aptos para lo cual Dios nos creó: amar, glorificar y bendecir al Creador por siempre, lo cual se reflejará en cómo esa bondad media en nuestra relación con el prójimo.

Obviamente, el pecado nos ha hecho ineptos para cumplir tal propósito. Por eso, para poder imitar a Dios necesitamos primero ser restaurados a la bondad que perdimos, a través de la obra de justificación de Cristo y de santificación del Espíritu. Esa es la razón por la que necesitamos venir todos los días al que es Bueno; porque todos los días tenemos la tarea de reflejar la bondad de nuestro Creador. Nuevamente, no queremos ser buenos para nuestra gloria, sino para la gloria del Padre. Bueno eres tú, y bienhechor [haces el bien]; enséñame tus estatutos (Salmo 119:68).

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Acerca de este Plan

El Dios Que Adoramos

Cuando desconocemos los atributos de Dios, tendemos a crear nuestra propia versión de él. En otras palabras, creamos un dios a nuestra imagen y semejanza, ajustado a nuestros deseos. En este plan devocional descubre la grandeza del Dios que adoramos y las implicaciones que tiene en nuestro diario vivir.

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Nos gustaría agradecer a TRUE INFLUENCERS por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://conectarglobal.com/