Creer Y Descansar, Para Su Herencia AlcanzarMuestra

“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios” (Ef. 1: 1ª).

Pablo empieza hablando aquí de la voluntad de Dios, lo que quiere decir que él es el mensajero, el apóstol enviado de Cristo Jesús para compartir esas buenas nuevas de Jesús, por la voluntad de Dios. En otras palabras, la voluntad de Dios es que conozcamos a Jesús. El corazón de Dios es que Jesús sea conocido. Porque si conocemos a Jesús, conoceremos al Padre y de paso, recibiremos la bendición de Dios.

Y si avanzas un poco a Efesios 1:4, te vas a dar cuenta de que Pablo le da un giro a su conversación para incluirte a ti y a mí en su discurso. El viene hablando desde el punto de vista de los judíos, como pueblo de Dios y después unos versículos más adelante, dice también a ustedes (los gentiles).

Dios nos escogió a nosotros en Cristo, antes de la fundación del mundo para que fuéramos Santos y sin mancha delante de Èl. Luego dice que en amor nos predestinó para adopción como hijos, o sea los primeros que reciben la promesa y la bendición son los judíos. El pueblo de Dios. Ellos fueron los primeros destinados a recibir al Salvador.

Luego nos incluye a nosotros, al decir que nos predestinó para ser adoptados como hijos. Ahora, es importantísimo que entiendas que Dios no puede ser tu padre hasta que no te encuentres con Jesús, porque el hecho de encontrarte con Jesús te regala la adopción como hijo.

Cuando tú dices en fe: “Jesús, yo creo en ti, yo creo que tú eres mi Salvador que moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste para darme vida”. En ese momento tú recibes el privilegio de ser llamado hijo de Dios. Antes de eso, simplemente eres una criatura de Dios que no ha sido reconciliada con el Padre.

Pablo también nos dice que “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad“.(V5).

Es decir, si no entendemos la realidad de la adopción por parte de Dios, no podemos entender a qué tenemos herencia.

¿Qué tal tú?

En este punto, ¿logras verte como un hijo amado por Dios? ¿Logras descansar en la realidad de lo que Él dice que ya eres para Él?