»Job, escucha mis palabras; presta atención a lo que tengo que decir. Ahora que he comenzado a hablar, déjame continuar. Hablo con toda sinceridad; digo la verdad. El Espíritu de Dios me ha creado, y el aliento del Todopoderoso me da vida. Respóndeme, si puedes; presenta tu argumento y define tu posición. Mira, tú y yo, ambos, pertenecemos a Dios; yo también fui formado del barro. Así que no tienes que tenerme miedo; no seré duro contigo. »Tú has hablado en mi presencia y he escuchado tus palabras. Dijiste: “Yo soy puro; no tengo pecado; soy inocente; no tengo culpa. Dios busca pleito conmigo y me considera su enemigo. Él puso mis pies en el cepo y vigila todos mis movimientos”. »Pero estás equivocado, y te mostraré el porqué, pues Dios es más grande que todo ser humano. Así que, ¿por qué presentas cargos contra él? ¿Por qué dices que no responde a las quejas de la gente? Pues Dios habla una y otra vez, aunque la gente no lo reconozca. Habla en sueños, en visiones nocturnas, cuando el sueño profundo cae sobre las personas mientras están acostadas. Susurra a sus oídos y las aterroriza con advertencias. Él hace que se aparten de sus malas acciones; no las deja caer en el orgullo. Él las protege de la tumba, de cruzar el río de la muerte. »Otras veces Dios emplea el dolor para disciplinar a la gente en su lecho de enfermo, con dolores incesantes en sus huesos. Ellos pierden el apetito; no desean ni la comida más deliciosa. Su carne se consume y son puro hueso. Están a las puertas de la muerte; los ángeles de la muerte los esperan. »Pero si aparece un ángel del cielo —un mensajero especial para interceder por una persona y para declarar que es recta— él le tendrá compasión y dirá: “Sálvalo de la tumba, porque he encontrado un rescate por su vida”. Entonces su cuerpo se volverá tan sano como el de un niño, fuerte y juvenil otra vez. Cuando él ore a Dios, será aceptado y Dios lo recibirá con alegría y lo restaurará a una relación correcta. Declarará a sus amigos: “Pequé y torcí la verdad, pero no valió la pena. Dios me rescató de la tumba y ahora mi vida está llena de luz”. »Así es, Dios actúa de esa forma una y otra vez por las personas. Él las rescata de la tumba para que disfruten de la luz de la vida.
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