¡Cuánto amo yo tu Ley! Todo el día medito en ella. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre están conmigo. Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque medito en tus mandatos. Tengo más entendimiento que los ancianos, porque obedezco tus preceptos. Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra. No me desvío de tus leyes, porque tú mismo me instruyes. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca! De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira. Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.
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