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DÍA 20 DE 31

Antes, un cordero moría por el oferente

La vida de adoración en el Antiguo Testamento era en parte similar a la nuestra y en parte era muy diferente. Cuando los creyentes se reunían el sábado en la sinagoga, cantaban, oraban, daban ofrendas y escuchaban la Escritura leída y explicada, igual a como lo hacemos nosotros.

Pero la adoración personal en el tabernáculo y más tarde en el templo no tiene paralelo hoy. Dios diseñó una experiencia intensa e inolvidable para los sacrificios de animales que él esperaba. Algunas ofrendas eran “holocaustos” o “quemadas”, y expresaban total dedicación al Señor. Otras eran ofrendas por el “pecado” o por la “culpa”, destinadas a mostrar el aborrecimiento santo de Dios por el mal y a proclamar con detalle gráfico su misericordioso mensaje de que la sangre de una víctima inocente era sustituto aceptable de la del pecador.

“Asimismo esta es la ley del sacrificio por la culpa: »Es cosa muy santa. En el lugar donde se degüella el holocausto, degollarán la víctima por la culpa, y rociará su sangre en el altar, por todos sus lados” (Levítico 7:1,2). El adorador estaba ahí cuando el animal era sacrificado; ¿cómo podría olvidar que vio cuando el cuchillo del sacerdote se hundió en la nuca del animal, la sangre que brotó de la arteria carótida llenando el recipiente, la caída del animal sin vida?

La sangre derramada en el gran altar le dio vida a usted.

Escrituras

Día 19Día 21

Acerca de este Plan

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Este plan de lectura le ayudará a apreciar la presencia de Dios en los milenios pasados y le ayudará a entender cómo hoy en día se relaciona usted con los planes de él.

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Nos gustaría agradecer a Tiempo de Gracia por proveer este plan. Para más información, por favor visite: www.timeofgrace.org