Antiguo y NuevoMuestra
Ahora, el Cordero de Dios murió por usted
Ningún israelita que hubiera participado en la dedicación de una ofrenda por el pecado o la culpa podría malentender el drama divino: La misericordia de Dios es por medio de la muerte de un sustituto.
Jesucristo hizo muchas cosas maravillosas durante sus cortos 33 años en la tierra: le enseñó a la gente la Palabra de Dios, sanó enfermos e incluso resucitó muertos; llamó y formó a 12 discípulos para que continuaran la obra cuando él se hubiera ido. Obedeció las leyes de Dios y de Cesar. Pero la más grande de sus obras fue ofrecerse a sí mismo como ofrenda por la culpa del mundo. Su cruz en el Calvario fue el más grande de todos los altares. La sangre de vida que el perdió es ganancia para nosotros, porque se nos atribuye por medio de la fe en él.
Desde el mismo comienzo de su ministerio, el precursor, Juan el Bautista, señaló a Jesús y le dijo con toda claridad a la gente cuál era su santa misión: “Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Dígase esto a usted mismo: "Jesucristo ha quitado una vez por todas todos mis pecados".
Por eso ya no tenemos que ofrecer sacrificios de animales. Cristo ya hizo el sacrificio perfecto, una vez y para siempre.
Ningún israelita que hubiera participado en la dedicación de una ofrenda por el pecado o la culpa podría malentender el drama divino: La misericordia de Dios es por medio de la muerte de un sustituto.
Jesucristo hizo muchas cosas maravillosas durante sus cortos 33 años en la tierra: le enseñó a la gente la Palabra de Dios, sanó enfermos e incluso resucitó muertos; llamó y formó a 12 discípulos para que continuaran la obra cuando él se hubiera ido. Obedeció las leyes de Dios y de Cesar. Pero la más grande de sus obras fue ofrecerse a sí mismo como ofrenda por la culpa del mundo. Su cruz en el Calvario fue el más grande de todos los altares. La sangre de vida que el perdió es ganancia para nosotros, porque se nos atribuye por medio de la fe en él.
Desde el mismo comienzo de su ministerio, el precursor, Juan el Bautista, señaló a Jesús y le dijo con toda claridad a la gente cuál era su santa misión: “Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: «¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Dígase esto a usted mismo: "Jesucristo ha quitado una vez por todas todos mis pecados".
Por eso ya no tenemos que ofrecer sacrificios de animales. Cristo ya hizo el sacrificio perfecto, una vez y para siempre.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este plan de lectura le ayudará a apreciar la presencia de Dios en los milenios pasados y le ayudará a entender cómo hoy en día se relaciona usted con los planes de él.
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Nos gustaría agradecer a Tiempo de Gracia por proveer este plan. Para más información, por favor visite: www.timeofgrace.org