Antiguo y NuevoMuestra
Antes, el Señor moraba en su santo templo
Es difícil creer sin ver, y Dios lo sabía. Como un regalo a la nación de creyentes que estaba levantando, a su amado Israel, Dios quiso hacer que su presencia fuera visible y local. Apareció con frecuencia como fuego y humo en diversas formas: en una zarza ardiente, en una columna de nube en el día y de fuego en la noche, como un horno humeante, y como una luz ardiente y brillante que entraba al Lugar Santísimo del tabernáculo (y después el templo) y permanecía ahí.
Le hizo saber a Israel que el que llenaba el universo había querido localizar su presencia precisamente en medio de ellos. “Esto será el holocausto perpetuo que todas vuestras generaciones ofrecerán a la puerta del Tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. Allí me reuniré con los hijos de Israel, y el lugar será santificado con mi gloria” (Éxodo 29:42,43).
Era un gran consuelo para Israel tener la presencia del Señor en medio de ellos. Era un gran consuelo ver ese fuego resplandeciente y saber que el poder divino estaba listo para actuar, que los ojos divinos estaban vigilando. Recibían muy grande ánimo de la gloriosa nube cuando pasaban por las dificultades de su existencia como nación. ¡Él está aquí! ¡Aquí mismo!
Es difícil creer sin ver, y Dios lo sabía. Como un regalo a la nación de creyentes que estaba levantando, a su amado Israel, Dios quiso hacer que su presencia fuera visible y local. Apareció con frecuencia como fuego y humo en diversas formas: en una zarza ardiente, en una columna de nube en el día y de fuego en la noche, como un horno humeante, y como una luz ardiente y brillante que entraba al Lugar Santísimo del tabernáculo (y después el templo) y permanecía ahí.
Le hizo saber a Israel que el que llenaba el universo había querido localizar su presencia precisamente en medio de ellos. “Esto será el holocausto perpetuo que todas vuestras generaciones ofrecerán a la puerta del Tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. Allí me reuniré con los hijos de Israel, y el lugar será santificado con mi gloria” (Éxodo 29:42,43).
Era un gran consuelo para Israel tener la presencia del Señor en medio de ellos. Era un gran consuelo ver ese fuego resplandeciente y saber que el poder divino estaba listo para actuar, que los ojos divinos estaban vigilando. Recibían muy grande ánimo de la gloriosa nube cuando pasaban por las dificultades de su existencia como nación. ¡Él está aquí! ¡Aquí mismo!
Escrituras
Acerca de este Plan
Este plan de lectura le ayudará a apreciar la presencia de Dios en los milenios pasados y le ayudará a entender cómo hoy en día se relaciona usted con los planes de él.
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Nos gustaría agradecer a Tiempo de Gracia por proveer este plan. Para más información, por favor visite: www.timeofgrace.org