La oración y el amor, un estilo de vidaMuestra

Modelar un buen ejemplo a pesar de las circunstancias 

El comienzo de la iglesia en Filipos, fue muy significativo en la vida de Pablo, pues estuvo marcado por el dolor y el sufrimiento; por latigazos y prisiones, pero también por grandes milagros y conversiones de familias completas con las que se inició la iglesia en aquella ciudad. 

A pesar de la oposición que Pablo enfrentó, siempre vio el respaldo de Dios a su tarea apostólica tanto en la predicación de la Palabra como en la liberación de los cautivos. ¡Se ganó el respeto aún de los magistrados romanos! De esta manera se fundó la primera iglesia europea en la ciudad de Filipos. Diez años después, el apóstol Pablo escribiría una carta entrañable, también desde la cárcel, para afirmarlos en la fe que habían recibido. 

Las cartas a los Filipenses, Efesios, Colosenses y una carta personal a Filemón, hacen parte de lo que se les ha llamado, «las cartas de la prisión»; probablemente fueron escritas mientras Pablo estaba prisionero en Roma, a causa del evangelio. Esta epístola más que un tratado doctrinal, es una convocatoria para manifestar a Cristo, y modelar una conducta influyente y coherente con la grandeza del evangelio que Pablo les había enseñado. Nos parece ver que la carta es un mensaje desde el corazón de un pastor, a su iglesia amada. 

El estudio de la carta a los Filipenses, nos adentra en la mente de un apóstol maduro, que ha dado su vida por la predicación del evangelio, que lo ha llevado a la cárcel y que desde allí envía un mensaje de fortaleza, confianza, ánimo y gozo; que aún hoy redunda en nuestra edificación. 

La primera sección del capítulo 1 consta de tres partes: salutación, acción de gracias y oración. Estas dos últimas, por su estrecha relación, pueden ser consideradas como una sola.

En la salutación Pablo asocia con él a Timoteo, con el objeto de que la carta sea considerada como de ambos, aunque sólo Pablo es el escritor. Pablo se llama a sí mismo y a Timoteo servidores de Cristo Jesús, ya que ellos le reconocen como su soberano Señor, sirviéndole con gozo y alegría de corazón. 

La salutación «gracia y paz», es oficialmente pronunciada sobre todos los que están plenamente elegidos por Dios en Filipos, y se considera que están integrados a Cristo por y para un propósito eterno.

Pablo da gracias a Dios porque, siempre que se acuerda de los filipenses, ora por ellos, el gozo fluye de su corazón a lo largo de esta carta. En realidad escribe como un gozoso servidor de Cristo, aunque lo hace desde una prisión romana.