La oración y el amor, un estilo de vidaMuestra

Modelar un amor profundo a pesar de las circunstancias

Pablo, demuestra la confianza que tenía en la madurez y compromiso que mantenían los hermanos de la iglesia de Filipos por la obra de Dios. Tampoco tenía temor de los ataques y consecuencias que pudieran acarrear del mundo, pues estaba seguro que esta era una iglesia espiritualmente madura y comprometida con la causa de Jesucristo. 

Ellos han participado no solo en su sufrimiento como prisionero, sino también en su tarea apostólica que no ha parado pese a su condición de recluso. Aún desde la celda está ocupado tanto en su trabajo de proclamación apologética, (defensa de la fe), como en el de discipulado y consolidación, que es la confirmación en el evangelio. El recuerdo de esta militancia común, hace sin inhibiciones que el apóstol ponga a Dios como testigo para describir la añoranza que siente por ellos y que brota de un amor profundo mediado por Cristo Jesús. Esta, podría llamarse, una rica base afectiva sobre la cual son posibles, tanto la tarea discipuladora como el nuevo desafío a un mayor crecimiento y abundancia. 

En este siglo XXI, qué lejos y fríos estamos de estas vivencias de los tiempos apostólicos. Los sistemas que han implementado nuestros «ministros modernos» han creado profundas distancias entre ellos y los fieles. ¡Qué lejos está el apóstol Pablo, del frío profesionalismo de tantos ministros del evangelio y de la distancia social que suele separar a pastores de creyentes de hoy!

Hoy en día, es muy común ver las grandes barreras que separan a nuestros guías espirituales de sus congregaciones, se han levantado barreras humanas o burocráticas que impiden el más simple de los saludos, el contacto físico como un apretón de manos e inclusive el más sencillo consejo que podría esperar un creyente de su guía espiritual. Me atrevo a pensar que ninguno de ellos podría tener la autoridad o valentía de expresar las palabras del apóstol Pablo con la entera confianza de un verdadero servidor de Dios. 

En esta oración tenemos un resumen de lo que Pablo desea para los filipenses, y que en cierto modo es una síntesis de lo que va a desarrollar en toda la carta. Lo que constituyen sus peticiones en oración por los filipenses, viene a ser un desafío a la plenitud y madurez, un programa de crecimiento espiritual.