La oración y el amor, un estilo de vidaMuestra

Amar sin temor al qué dirán

Pablo ora para que los filipenses sepan no sólo qué deben amar, sino cómo poner en acción ese conocimiento en la vida real. No ora para que lleguen a ser expertos en conocer que «esto es bueno» y «aquello es malo». No basta que deseemos hacer lo correcto, sino que amemos hacerlo.

Necesitamos desarrollar el «sentido espiritual», para saber cómo aplicar juicios morales al tomar decisiones espirituales. Pablo ora, para que las decisiones no broten de una obediencia ciega, sino que surjan naturalmente de un carácter transformado al de Cristo y de la lealtad a los valores de Dios. No se necesita un curso de lógica, para saber que hay cosas que son importantes y otras que no. Para esto no es necesario pensar mucho. El problema es discernir cuál es cuál.

Pablo sabe bien que los valores del reino son diametralmente opuestos a los valores del mundo. Sabe que los filipenses viven en medio de «una generación maligna y perversa». Aún los no creyentes en Cristo reconocen el pecado flagrante cuando lo ven, tal como Pablo dice a los gálatas: «Las obras de la naturaleza pecaminosa son evidentes».

Sin embargo, a veces, la iglesia y el mundo comparten valores comunes. Pablo pide a los filipenses que piensen en lo verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre; de virtud y digno de alabanza. Pero esta no es una lista de valores exclusivamente espirituales. De hecho, parece representar las virtudes que defendían los filósofos del tiempo de Pablo. 

El apóstol parece indicar que había «mucho en los puntos de vista paganos que los creyentes podían y debían valorar y retener». La ética del reino no puede definirse de manera simple como antítesis de los valores del mundo. Existen leyes morales que están impresas en la conciencia de todo ser humano y que muchos practican, sin que necesariamente hayan nacido de nuevo.

Los hijos de Dios debemos resistir la tentación del extremismo y del negativismo. Es muy fácil mezclarnos con nuestra cultura como camaleones, o mantenernos alejados, sintiéndonos ofendidos por todo. La esperanza de Pablo para los filipenses, era que no adoptaran ninguno de esos extremos. Por otro lado en nuestra preocupación de ser rectos y hacer lo correcto, tal vez caigamos en murmuraciones y discusiones. Pablo insta a los filipenses a vivir «irreprochables, sencillos, y sin mancha en medio de una generación maligna.

Pablo nos insta a vivir de tal manera que ganemos respeto de los de afuera. No obstante, al procurar respeto, a veces nos preocupa más lo que piensan las personas, que lo que piensa Dios.