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La ley del reino: amar al prójimo

DÍA 3 DE 8

La grandeza de Jesús 

Jesús no tenía cuidado, ni le importaba su reputación o lo que la gente pensaba al asistir a comidas de los publicanos; los publicanos eran aquellos que se encargaban de recibir los impuestos de la gente, que abusaban de la gente quitándole más dinero de lo debido y que eran de los personajes de peor fama; era casi como si hoy en día tú te sientas con un grupo de narcotraficantes, ¿cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a sentarnos en una mesa a platicar con narcotraficantes? No lo harían a nombre de la «santidad a Dios». 

Jesús no tenía problema que una mujer de mala reputación se acercara, acariciara sus pies y los lavara. Los religiosos alrededor decían: este hombre está mal, este que se dice, maestro, profeta, ¡si supiera quien le está lavando los pies! Jesús sabía muy bien quienes eran, pero no tenía problema con tener acercamiento con la gente que tenía necesidad. Él sabía que había venido con un propósito, venir a aquellos que tenían necesidad. 

No tuvo problema con conversar con una mujer samaritana, cuando judíos y samaritanos no se hablan y mucho menos un hombre judío con una mujer samaritana, y, lo peor de todo esta mujer samaritana había tenido cinco maridos, esa mujer era muy conocida. Cualquiera que hubiera visto a Jesús platicando con esta mujer, hubiera tenido una «santa suspicacia de que algo raro estaba pasando allí», y sí, algo raro estaba pasando allí, y era que el Hijo de Dios, estaba tocando el corazón de una persona que tenía necesidad; ¡y eso en nuestro mundo, es raro!

El indicativo de una persona religiosa hoy, sigue siendo el mismo indicativo de las personas religiosas en el tiempo de Jesús, sigue siendo el mismo comportamiento. Se mantiene la tendencia de juzgar a los demás, sin hacer nada para cambiar la condición de esas personas. Jesús era diferente a todos los rabinos, por ese motivo, lo que Jesús enseñaba era diferente a lo que enseñaba la religión en su tiempo y lo que enseña la religión de nuestro tiempo. 

Un ejemplo, es cuando Jesús estuvo en una fiesta en donde dio a conocer su ministerio, y no estaba en esa fiesta porque le gustara la parranda, ¡no! Estaba en esa fiesta, porque había un propósito, era el de dar a conocer lo que Él era verdaderamente. Cada vez que Jesús estaba en un evento, en el que pudo haber sido juzgado por la religión al participar de dicho evento, su presencia allí tenía un propósito. Jesús no estaba allí simplemente por estar, Él estaba cumpliendo un propósito.  

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Acerca de este Plan

La ley del reino: amar al prójimo

Es fácil amar a los que nos aman, es relativamente fácil amar a alguien que vemos que tiene una necesidad y que podemos ayudar en ese momento, pero, amar a nuestros enemigos, eso ya es demasiado. Eso va más allá de las leyes «normales» del «mundo normal» en el que vivimos, y es cierto, las leyes del reino no son naturales, son ¡sobrenaturales! Pero la ley del amor, es una ley del reino que los hijos de Dios necesitamos conocer y vivir.

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Queremos agradecer a Gerardo Cárdenas, pastor de la iglesia El Centro Cristiano Alfa y Omega en Houston y The Woodlands Center en The Woodlands, Texas, en acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Si desea saber más sobre estas organizaciones, visite http://www.enelcentro.org y http://www.elcentronetwork.com