Un discipulado trascendenteMuestra

Discipulado es reproducción de vida

Cristo ordenó a sus discípulos reproducir en otros la plenitud de vida que ellos habían encontrado en Él. Es por ello que, anteriormente les aclaró: Toda rama que en mí no da fruto, será cortada; pero toda rama que da fruto, será podada, para que dé más fruto. 

Un discípulo maduro, debe enseñar a otros hijos de Dios, cómo vivir una vida agradable a Dios. Debe equiparlos para adiestrar a otros, para que a su vez, éstos enseñen a otros. Ninguno, es un fin en sí mismo. Cada discípulo es parte de un proceso, parte de la estrategia escogida por Dios para extender su reino por medio de la reproducción de la vida del Rey. Sabemos esto, porque Cristo formó discípulos y ordenó a sus discípulos hacer discípulos. 

Dios podía seleccionar cualquier manera de hacerlo. Él deseaba expandir y construir su reino. No fue ningún accidente que el griego fuera el lenguaje común en el mundo, mucho después de la caída del imperio. Esta lengua era universal y tenía ciertos matices que la hacían el medio ideal para comunicar la verdad. También, las carreteras imperiales de Roma que unieron al mundo conocido, pudieron ser construidas para los transportes militares, pero su tráfico más valioso fue el evangelio de Cristo. Así como Dios usó a Grecia y a Roma como instrumentos inconscientes para difundir el evangelio, también podía hacer que la imprenta, la radio y aun la televisión, se inventaran antes del nacimiento de Cristo. 

Jesús bien podía ser un renombrado autor, un maestro bíblico a través de un programa radial o el primer evangelista de la televisión y tener millones de seguidores en las redes sociales. Las opciones de Dios no estaban limitadas. Pero en lugar de adoptar cualquiera de estos recursos tecnológicos estilizados, Jesús optó por el discipulado. Él, personalmente se dedicó a adiestrar un pequeño grupo de hombres y los equipó para que a su vez, ellos adiestraran a otros, para que también éstos últimos, enseñaran a otros más. Él les ordenó hacer discípulos.

Todo a aquel que busca resultados mediáticos, tal vez cuestione la manera de Cristo. Aparentemente, esta inversión en individuos era demasiado lenta. Jesús tomó tres años para discipular a doce hombres y uno de ellos falló. Probablemente, piense que si en tres años pudiera entrenar tan bien a una persona, que esta se le uniera para adiestrar a otros, a ese paso no sería capaz de hacer una obra grande en una ciudad con millones de personas. ¿Qué podría aspirar con discipular doce personas en toda mi vida? ¿Y qué lograría con esto? ¡Qué absurdo es dudar de la sabiduría y soberanía de Dios!