Se trata de tiMuestra

Tú haces todo nuevo

Tú haces todo nuevo, Cristo

Todo toma sentido cuando escucho tu voz

Tú eres lo que quiero, Cristo

Oh Cristo…

Nos hiciste nuevos en ti. Todo lo haces nuevo. Nos transformaste de la naturaleza adámica que teníamos y nos hiciste partícipes de la naturaleza divina. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. De ninguna otra manera podían ser nuevas las cosas. Porque en nuestra vida, las obras manifiestan la naturaleza que poseemos. Por eso fue necesario que nos hiciera nuevas criaturas. Porque con la misma naturaleza, seguiríamos en la misma condición. Pero, ¡grande es Dios, quien nos dio una naturaleza diferente! 

Es cuestión de naturaleza. Así como un árbol de manzanas no puede dar peras, mal haría Dios en pedir al hombre con naturaleza adámica dar frutos de naturaleza divina. Quien es partícipe de la naturaleza divina, es natural que manifieste el fruto del espíritu. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Si es natural para el manzano dar manzanas, debe ser natural para el hijo de Dios el fruto del espíritu. 

¿Pero cómo puede ser esto? Por el conocimiento de la Palabra. Por la iluminación del entendimiento de Cristo. Por morir cada día al yo, para que Cristo se manifieste. No es suficiente contemplar a Cristo de lejos. Es necesario que el Cristo que nos habita se exprese en plenitud en nosotros y en medio nuestro. Esto debe suceder al punto, que cuando la gente de te vea, se te note Cristo. Porque se trata de Él, no de ti. 

Entonces, glorificarán a Cristo. Glorificarán al Padre. Y su nombre será puesto en alto. El mundo necesita que los que han sido hechos nuevas criaturas por Dios, se manifiesten, gobernando los ambientes, amando a los enemigos, ayudando al necesitado, siendo honestos en un mundo de deshonestidad, edificando en medio de un ambiente de hostilidad, dando la mano en medio del egoísmo y la competitividad. Todo se detiene cuando se manifiestan los hijos de Dios que caminan en las buenas obras que fueron hechas de antemano para que caminásemos en ellas. Todos se sorprenden cuando una acción de amor llega en medio de su dolor. Y esto solo es posible, porque nos hizo nuevas criaturas y lo viejo quedó atrás. Debemos andar en lo nuevo. Lo nuevo son esas buenas obras que de manera natural comienzan a manifestarse. No te detengas. 

Piensa, ¿cómo vas a manifestar el fruto del espíritu hoy?