[Serie Hechos] Imparables del evangelioMuestra

Ciudades rendidas ante un evangelio apasionante 

Pastor Gumercindo González

El emperador Claudio tomó la decisión de sacar a los judíos de Roma. En ese proceso, Pablo conoció a Aquila y Priscila, un matrimonio que hacía tiendas igual que él y que tenían su misma pasión por compartir el evangelio; llegamos a esa conclusión porque más adelante los encontramos instruyendo a Apolos sobre el camino de Dios. Luego vemos a Silas y a Timoteo uniéndose al equipo ministerial de Pablo quien estaba «…entregado por entero a la predicación de la Palabra, testificando a los judíos que Jesús era el Cristo». Sin embargo, era tal la oposición al evangelio, que Pablo decidió dejar a los judíos e ir a los gentiles. Así que, mientras los judíos mostraron un total rechazo al evangelio, los gentiles lo aceptaron de tal manera que creían y seguían aprendiendo sobre sus enseñanzas. En ese contexto, el Señor se le aparece a Pablo en una poderosa visión de noche y le dice que no tema, que debe seguir hablando, porque él lo protege de cualquier mal que quisieran hacerle. Era necesario que Pablo continuara hablando de Cristo porque muchos iban a creer en esa ciudad.

De lo anterior podemos concluir: 

1. Que no podemos permitir que el temor paralice la proclamación del evangelio. Ningún temor humano nos debe limitar a hacer lo que nos fue encomendado.
2. Que el evangelio seguirá siendo rechazado por unos y abrazado por otros con amor, aquellos que Dios sabe que van a creer. 
3. Que debemos seguir hablando, testificando y compartiendo que Jesús es la mayor expresión de amor de parte de Dios para una sociedad disfuncional y en crisis. 
4. Que ciertamente enfrentaremos etapas o experiencias que intentarán detenernos o desanimarnos para no seguir compartiendo el mensaje de salvación, pero que, indudablemente, Dios nos permitirá ver una abundante cosecha de personas entregándose a él en nuestra ciudad.

Responde 

Cuán importante es que los ministerios y las iglesias nos unamos en una sinergia como lo hizo Pablo con Aquila y Priscila, para proclamar el evangelio. Dios tiene mucha gente lista para rendirse a él en tu ciudad y en la mía, solo hace falta que, con la misma pasión de Pablo y mientras desarrollamos algún trabajo u oficio, nos entreguemos a la predicación de su bendita Palabra. ¿Qué te hace falta para que esa pasión se encienda en tu corazón?