¿Quién es Jesús para ti?Muestra

Jesús está lleno de gracia y verdad para ti

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Imagínate al apóstol Juan, ya anciano, cercano a Jesús más que cualquiera de los demás discípulos. Se refleja de nuevo en esos tres increíbles años con Jesús, invertidos día y noche en su presencia. Él sonríe. Se maravilla. Entonces, guiado por el Espíritu, escribe las siguientes palabras: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad». ¡Sí! Eso es gloria. Es la única palabra para eso. Eso es lo que vemos en Jesús, la gloria de Dios. ¿Puedes ver a Jesús lleno de gloria? Ver su amor, su inmenso y poderoso amor. Verlo sanando a la gente herida. Verlo tocando a los leprosos que no podían ser tocados. Verlo llorar por la muerte de su amigo Lázaro. Verlo morir por los pecados del mundo. Ver su sabiduría. Escuchar mientras él enseña como ningún otro hombre había enseñado. Ver las multitudes cuando predicó el Sermón del Monte, para aquellos que fueron maravillados con la enseñanza del más sabio maestro de todos los tiempos.

Ver su poder. ¡Oh qué poder! Él calmaba la tormenta. Caminaba sobre el agua. Sanaba a los enfermos. Echaba fuera a los demonios. Alimentó a miles. Se levantó de los muertos. 

Ver su gracia. Ver su amor por los indignos, oprimidos y culpables. Mirar al rechazado cobrador de impuestos y el clamor de las prostitutas a su alrededor. Escucharlo proteger a la mujer encontrada en adulterio: «Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más».

Ver su audacia. Verlo desafiando a los religiosos y a los agentes del poder político de sus días. Mirarlo mientras camina hacia la cueva de ladrones para limpiar los terrenos del templo de los mercaderes. Mirarlo mientras viajaba a Jerusalén para enfrentar la muerte. 

Mirar su verdad. Él nunca se apartó de la verdad, aún cuando fuera difícil. No suavizaba las cosas. Él personificaba la verdad: «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí».

Ver su santidad, su radiante y brillante santidad. Aún sus enemigos celosos no pudieron encontrar ninguna falta, sin tacha, sin pecado. Él modeló completa devoción y obediencia total al Padre. Ver su humildad. Siempre hacía declaraciones escandalosas, como: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre». 

Declaró ser el Creador, el juez y el Señor. Cualquier otro ser que hiciera tales declaraciones sería considerado como megalomaníaco o lunático. Pero no Jesús. Él llenaba los ambientes con su humildad, amor, sabiduría, poder, gracia, intrepidez, verdad, santidad, humildad y mucho más. 

¡Gloria!