Libérate de la envidia, un Plan de lectura de seis días por Anna LightMuestra

Día 3: La envidia en el interior

¿Alguna vez has estado hablando con un amigo o conocido y el talento, buena suerte o logros de otra persona es mencionado? La respuesta que sigue puede ser, con frecuencia, un comentario que desdeñe a la persona de la que están hablando.

"¿Escuchaste que ________ escribió un libro?"

"Sí, pero es auto publicado".

"Su iglesia realmente esta creciendo".

"Por supuesto, cuando es todo acerca del entretenimiento"

"Ella realmente perdió peso".

"Bueno, fue una cirugía de banda gástrica".

Eses tipo de comentarios son repugnantes, pero seré la primera en admitir que los he dicho, y definitivamente, pensado antes.

Nuestro criticismo puede hacernos sentir mejor en el momento mientras atentamos a nivelar el campo de juego, pero lo que realmente muestra es una mente débil y una insatisfacción con nosotros mismos.

Francis Bacon dijo sobre la envidia: "Nosotros que no podemos alcanzar la virtud de otro, nos contentamos con destruir su fortuna". Destruimos a otros, literalmente, en nuestras palabras o nuestras mentes, pensamientos, y actitudes. Nada de eso nos ayuda a vivir la libre y abundante vida que esta disponible para nosotros.

Cada uno posee una reflexión única de la Gloria de Dios. Pero a menudo el mundo, o nuestra comunidad, conocidos o círculo, no puede reconocer o celebrar esa gloria única. En cambio, cuando envidiamos, disminuimos la gloria. Atacamos los talentos para evitar que estos nos opaquen.

La verdad es que, alguien siempre tendrá más, alcanzará más, o será más talentoso que tú en ciertas áreas. Esa es la naturaleza de como las cosas funcionan en el mundo. Nadie lo tiene todo, y cierto, un sosegado contentamiento no puede ser hallado en este lado de la eternidad. Sin embargo, cada uno de nosotros posee algo valioso, algo que vale la pena, algo que alguien más puede incluso envidiar sin nosotros siquiera notarlo.

La meta no es convertirse en un "suplente". Este párrafo de la novela clásicaLa Rebelión de Atlas lo explica muy bien: ¨¿Conoce usted el sello distintivo de quienes ocupan un lugar secundario en la vida? Están dominados por el resentimiento hacia los logros de los demás. Son mediocres que permanecen quietos, temblorosos, temiendo que el trabajo de otro resulte mejor que el suyo. Te muestran los dientes desde sus madrigueras, pensando que te complace dejar que tu brillo los atenué

Cuando leí este pasaje me llamó la atención, porque solía ser una "suplente". Creía que otros me disminuían a propósito solo con ser mejores que yo, solo siendo ellos mismos. Envidiaba ciertos logros, pero no tenía la ambición para alcanzar algo por mí misma. Envidiaba ciertos dones y talentos, pero no tenía la visión de ver mis propios dones y talentos únicos. El pasaje continua diciendo: "Sus (los suplentes) sueños de grandeza es un mundo donde todo hombre sea reconocido como inferior. Ellos no saben que ese sueño es una infalible prueba de la mediocridad".

¿Realmente querríamos un mundo donde todo el mundo sea nuestro reconocido inferior? ¿Cuán increíblemente mediocre sería ese mundo? Es la grandeza de otros que deberían despertar la grandeza dentro de nosotros. Pero eso nunca pasará si no podemos reconocer, valorar, y celebrar la grandeza que vemos en otros, y reconocer que los dones, atributos y cualidades dados por Dios no son herramientas para intencionalmente minimizar los nuestros.

Podremos admirar algo en alguien más, pero si no estamos en paz con quienes somos para felicitar y verbalizar esa admiración, se ulcerará en un veneno que nos carcomerá desde dentro.

El daño que causa en el interior de nuestros corazones es devastador para nuestro espíritu. Vale la pena hacer el trabajo de desenterrar ese sentimiento, arrancarlo de raíz, y verlo perder su poder.