Una fe divina

“Tened fe en Dios”.

—Marcos 11:22

Hay una gran diferencia entre nuestra fe y la fe de Jesús. Nuestra fe llega a su fin. La mayoría de las personas han venido al lugar donde han dicho: “Señor, he ido tan lejos; ahora no puedo ir más lejos. He usado toda la fe que tengo, y solo tengo que parar ahora y orar por más fe”.

Gracias a Dios que tenemos la fe que tenemos, pero hay otra fe. Recuerdo que un día estuve en el norte de Inglaterra y visité a algunas personas enfermas. Me llevaron a una casa donde una mujer joven estaba acostada en su cama. Su razón había desaparecido, y allí se manifestaron muchas cosas que eran satánicas, y lo sabía.

Ella era solo una mujer joven, una niña hermosa. Entonces el esposo, un joven, entró con un bebé y se inclinó para besar a su esposa. En el momento en que lo hizo, ella se arrojó al otro lado de la cama, como lo haría un lunático, sin conciencia de la presencia de su esposo. Eso fue muy desgarrador. Luego tomó al bebé y presionó los labios del bebé contra la madre. De nuevo, ella respondió salvajemente. Le dije a una hermana que la estaba atendiendo: “¿Has tenido a alguien que te ayude?”.

“Oh”, dijo, “hemos tenido todo”.

Pero le dije: “¿No tienes ayuda espiritual?”.

Su esposo salió furioso y dijo: “¿Ayuda? ¿Crees que le creemos a Dios después de haber pasado siete semanas sin dormir y con afecciones maniacas? Te equivocas. Has venido a la casa equivocada”.

Eso me llevó a un lugar de compasión de que había que hacer algo por esta mujer. Luego, con mi fe, comencé a penetrar los cielos con mis oraciones. Nunca vi a nadie obtener algo de Dios que orara con un enfoque terrenal. Si recibes algo de Dios, tendrás que orar al cielo, porque todas las respuestas están ahí.

Como vi en la presencia de Dios las limitaciones de mi fe, vino otra fe, una fe que no se podía negar, una fe que tomó la promesa, una fe que creyó en la Palabra de Dios. Y volví de esa presencia a la tierra, pero no era el mismo hombre en las mismas condiciones que había enfrentado antes. En el nombre de Jesús, yo era un hombre con una fe que podía sacudir el infierno.

Le dije: “¡Sal de ella en el nombre de Jesús!” Se dio la vuelta, se durmió y se despertó en catorce horas, perfectamente cuerda y perfectamente sana. Oh, hay fe, pero Jesús quiere llevarnos a todos a un lugar en línea con Dios donde dejamos de estar, y su fe se hace cargo. Dios debe tener el derecho de paso, de pensamiento y de propósito. Dios debe tener el control.

Pensamiento para hoy: No puedes conocer a Dios de manera natural; lo conoces por una puerta abierta de la gracia. El camino a Dios es el camino de la fe; no hay otra manera.