¿En qué estás enfocado?

“Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará”.

—Santiago 5:15

Un ministro bautista vino a mí y me dijo: “El médico dice que este es el último día que mi esposa vivirá”. Le dije: “Oh, hermano Clark, ¿por qué no le crees a Dios? Dios puede levantarla si tan solo lo crees”. Él respondió: “Te miré cuando hablaste y lloré y dije: ‘Padre, si pudieras darme esta confianza, sería muy feliz’ “. Le dije: “¿Podrías confiar en Dios?”. Sentí que el Señor la sanaría.

Envié un mensaje a cierto hombre y le pregunté si vendría conmigo a orar por una mujer moribunda, y creí que si dos de nosotros íbamos a ungirla de acuerdo con Santiago 5:14-15, ella se levantaría. Este hombre dijo: “Oh, ¿por qué vienes a mí? No podía creerlo, aunque creo que el Señor se aseguraría de sanarla si tú ibas”.

Luego envié un mensaje a otro hombre y le pedí que fuera conmigo. Este hombre podía orar por horas. Cuando estaba de rodillas, podía dar la vuelta al mundo tres veces y salir al mismo lugar. Le dije que, cualquiera que fuese su impresión, debía asegurarse de ir y orar. Entramos en la casa. Le pedí a este hombre que orara primero. Lloró en su desesperación y oró para que este hombre pudiera ser consolado después de quedarse solo con sus pequeños hijos sin madre, y para que pudiera ser fortalecido para soportar su dolor. Apenas podía esperar hasta que terminara. Todo mi ser se conmovió. Pensé: “¡Qué cosa tan horrible traer a este hombre a orar ese tipo de oración!”. ¿Qué le pasaba? Estaba mirando a la mujer moribunda en lugar de mirar a Dios. El Señor quiere ayudarnos ahora mismo a aprender esta verdad y mantener nuestros ojos en Él.

Cuando este hombre terminó, le dije al hermano Clark: “Ahora ora”. Tomó el hilo donde el otro hombre lo había dejado y continuó con el mismo tipo de oración. Se hundió tanto bajo la carga que pensé que nunca volvería a levantarse, y me alegré cuando terminó. No podría haberlo soportado mucho más. Estas oraciones parecían ser las oraciones más fuera de lugar que jamás había escuchado. Toda la atmósfera estaba siendo llena de incredulidad. Mi alma se agitó. Estaba ansioso de que Dios tuviera la oportunidad de hacer algo y salirse con la suya. No esperé a orar, sino que corrí hacia la cama y volqué la botella de aceite, vertiendo casi todo el contenido sobre la mujer. Entonces vi a Jesús justo encima de la cama con la sonrisa más dulce en su rostro, y le dije: “Mujer, Jesucristo te sana”. La mujer se puso de pie, perfectamente sana, y hoy es una mujer fuerte.

Oh, amados, que Dios nos ayude a quitar nuestros ojos de las condiciones y síntomas, no importa cuán malos puedan ser, y que se fijen en Él. Entonces podremos orar “la oración de fe”.

Pensamiento para hoy: Nunca se puede orar “la oración de fe” si se mira a la persona que la necesita; solo hay un lugar para mirar, y ese es hacia Jesús.