Reflexiones ¡de Película! de DRAMAMuestra

 SUEÑO DE LIBERTAD

Un hombre fue injustamente condenado a prisión por la muerte de su esposa. Allí él sufrió todo tipo de penurias y violencia como cualquier otro presidiario; pero ni la injusticia ni el paso de los años destruyeron su sueño de libertad. 

Hablando de eso con Red, su amigo de prisión; Andy le contaba que deseaba invertir el resto de su vida en un lugar cálido, sin recuerdos, donde poder empezar de nuevo. No obstante, su compañero no pensaba de igual manera. El decía: “no creo que sobreviviera fuera de la cárcel; he pasado aquí más de media vida, y ya estoy institucionalizado. Aquí adentro soy el tipo que consigue cualquier cosa, pero afuera no sabría ni por dónde empezar”. 

Tristemente, el viejo Red se había institucionalizado; estaba adaptado a la forma de vida dentro de la cárcel. Sabía cómo comportarse, cuáles eran los códigos, conocía a las personas, tenía años de experiencia en su tarea de conseguir cosas para los presidiarios, y además contaba con reconocimiento por tal capacidad. Asimismo, era consciente que afuera, en la ciudad, debería aprender nuevamente cómo vivir en sociedad, comprender los cambios que la gente experimentó en tantos años, y volver a tener derechos y obligaciones civiles. En definitiva, tendría que reeducarse para vivir en libertad. 

¡Y aún cuanto de esto se vive en la Iglesia del Señor institucionalizando la vida cristiana!
Casi todos los creyentes comienzan su peregrinar llenos de expectativas por superar las tristezas del pasado, los complejos personales y familiares, las frustraciones laborales, sentimentales, etc. Sin embargo, son muy pocos los que no caen rendidos ante la rutina del paso de los años, los que no institucionalizan su fe ni se dejan atrapar por el estancamiento y la comodidad. 

Estos pocos son los que como Andy, logran que los sueños se hagan realidad, y el propósito de Dios se cumpla en sus vidas.