[Serie Una sola carne] Lo que siembras, cosechasMuestra

Manejo de conflictos

Tu cónyuge es bendición de Dios, no tu enemigo. Tu lucha no es contra las personas, necesitas aprender a gobernar los ambientes. Efesios 6:12 expone: «Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales». No debemos pelear entre nosotros, sino estar en acuerdo reconociendo el poder que tenemos juntos para vencer los poderes espirituales.

Es más importante evitar la contienda que tener la razón. La respuesta amable apacigua los ánimos; valoremos la paz y el amor en nuestros hogares sobre salirse con la suya o ganar la pelea. Establezcamos que en nuestro hogar no se grita. Esforcémonos por dialogar en lo que estemos de acuerdo y en lo que no. Solo el poder de Dios podrá transformar el patrón de conducta de los gritos y pelea continua. Establezcamos que no nos iremos a dormir enojados, que siempre hablaremos, que no dejaremos que el enojo nos lleve a la agresión, palabras groseras, no se trata de quien gana o quien tiene la razón, se trata de construir y no de destruir.

Sembremos amor, paz y armonía aun cuando su cónyuge siembre disensión. Si surge una pelea, uno de los cónyuges asuma una actitud de oposición activa contra la contienda. Uno de los dos debe ser conciliador, tratar de solucionar. La clave está en parar el conflicto en el instante mismo que comienza, no hay que dejar que el enojo se apodere de los dos y que la contienda se agrave que tengamos parejas peleadas por días, ¿qué están sembrando en esos días? Valoremos la paz que Jesucristo obtuvo para nosotros en la cruz, hablemos, conciliemos, amemos y sembremos vida.

Reflexionemos

¿Hemos aprendido a manejar los conflictos en el hogar? ¿Somos los conciliadores o los problemáticos? No existe ningún justificativo para buscar pelea en el matrimonio.

Oramos por que las semillas que siembren sean buenas semillas. Oramos para que sabiamente seleccionen de manera intencional sembrar las semillas de bien, semillas de amor, paz, gozo, cordialidad y que sus palabras de edificación las rieguen todos los días. Oramos para que la cosecha sea un matrimonio de vida, que da vida y abundancia de paz.

Te invitamos a seguir con esta serie «Una sola carne», para continuar creciendo en tu matrimonio, busca el siguiente plan devocional «El perdón».