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Gigante 4: Intimidad con Dios

“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salmo 23:1-2)

El gigante que opaca la vida de la mayoría de los seguidores de Jesús es este. Preferimos muchas veces trabajar sin dormir, recorrer cientos de kilómetros, hacer congresos y festivales inmensos, antes que doblar nuestras rodillas cada mañana.

¿Por qué será? Trabajamos para un patrón que no conocemos, servimos a alguien a quien en contadas ocasiones le hablamos. Existe una pregunta a la que todos intentamos buscarle respuesta: ¿Cómo hacer para estar en intimidad con Dios?

Hace muchos años, un pastor coreano muy conocido me enseñaba que él se despertaba a las 4:00 de la mañana para orar, y su tiempo de oración era de cuatro horas. Cuando escuché eso, me dije: “Esa es la clave para tener intimidad con Dios”. Así que al otro día empecé a las 4:00 de la mañana, aunque me costó muchísimo despertarme. Emocionado, empecé a orar para cumplir mi primer objetivo: ¡eran solo cuatro horas! Comencé a orar con mucha fuerza, y luego de un rato, al acabarse los motivos de oración, ¡comencé a orar por los misioneros de África, Asia, Oceanía, Europa, por mi perro y hasta por el canario! Y dije por dentro: “Ya debo estar cerca de las tres horas. Miré el reloj, ¡y con profunda decepción vi que solo habían pasado trenta minutos! Aprendí una gran lección: 

Dios no está buscando que yo mida el tiempo de estar con Él, sino que quiere ser mi Amigo, mi Consejero, mi Padre, y que yo disfrute de su presencia para escuchar su voz.

David conoció lo que era estar en intimidad con Dios en una noche oscura, en soledad con sus ovejas y mucho frío. Escuchó el rugido de un león y su cuerpo se estremeció de miedo, pero una canción que marcaría e inspiraría a millones como tú y como yo salió de lo profundo de su corazón: Jehova es mi pastor…. Fue la misma cancion que entonó justo antes de enfrentarse a Goliat. 

Tener intimidad con Dios te da la ventaja de hablar con el dueño del universo, sentir su voz y apoyo en cada decisión. Sin su cobertura, posiblemente vayas camino a un desastre ministerial, y cuando te veas enfrentándote al gigante, tal vez no tengas el mismo final que David.