Recupera la identidad de hijo de DiosMuestra
La dignidad
Somos del agrado de Dios porque vivimos en su dignidad. Damos fruto de libertad. Crecemos en el conocimiento porque vivimos en integridad.
La dignidad es el reconocimiento de la imagen de Dios en nuestra vida. Es reconocer y entender que somos la imagen de Dios. Es un concepto que se perdió en el huerto del Edén. Al perder ese concepto, se comienza a vivir en temor.
Dios me hizo a su imagen y me ha dignificado. ¿Cómo te sentirías si Dios nos hubiera hecho a imagen de un animal? ¿Te sentirías dignificado? Eso no produce dignidad en mi vida, ni orgullo. Somos la imagen de Dios y eso produce dignidad, sentido y valor.
No podemos vivir por lo que otras personas dicen que somos. Cuando entendemos y vivimos la imagen de Dios no hay lugar para traumas en nuestras vidas, porque entendemos que somos lo que él dice de nosotros, no lo que alguien quiso hacer o lo que nos dijeron cuando éramos niños. Por lo tanto, ahora caminamos y vivimos en esta dignidad que poseemos.
Cuando tenemos dignidad no permitimos que otras personas tomen control sobre nuestra vida. Cuando no tenemos dignidad entregamos el control de nuestras emociones y lo que somos a otros. Creamos codependencia y nos controlan otras personas porque entregamos nuestra vida. No debemos permitir que otras personas nos hieran. Hemos perdido la capacidad de ser herido porque somos la imagen de Dios.
Al reaccionar igual que las otras personas dejamos que tomen el control de nuestra vida. Vivir en la dignidad de Dios, determina el estado de mi alma. Nuestra alma no se angustiará por las actitudes de las otras personas porque tenemos dignidad. Cuando no tenemos la dignidad de Dios tenemos excusas para culpar a las personas de los problemas personales y de cómo nos comportamos. Al perder la dignidad encontraremos un motivo del por qué hemos llegado a ser lo que somos.
Lo mismo pasó en el huerto, cuando Adán dijo: «la mujer que me diste», él encontró una excusa para sus actos porque perdió la identidad de la imagen de Dios. Esa expresión «la mujer que me diste», es la evidencia de que Adán perdió la consciencia de la imagen de Dios, culpa a la mujer y al Señor por sus actos.
Cuando tengo dignidad de Dios, sé lo que soy en él; entonces, las excusas pierden poder y quedo como responsable de mis actos. Uno de los valores primordiales para recuperar la identidad de hijos de Dios, es tener claro esto en nuestras vidas.
Escrituras
Acerca de este Plan
Agradar a Dios en todo, tiene que ver con el diseño a su imagen. Dios desea restaurar ese concepto en cada persona. Dar fruto, tiene que ver con el diseño a su semejanza y es el resultado de su vida. Agrado a Dios porque estoy hecho a su imagen y hago sus obras, no las mías. Frecuentemente actuamos de manera incoherente con nuestra identidad porque no la conocemos.
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Nos gustaría agradecer a Gerardo Cardenas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://elcentronetwork.com/