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Victoria Sobre La AnsiedadMuestra

Victoria Sobre La Ansiedad

DÍA 6 DE 7

Cómo lidiar con la ansiedad

Ahora que ya hemos explicado lo que es la ansiedad, por qué debemos evadirla y evitar los devastadores efectos que puede tener para nuestra salud, permítame hacerle algunas preguntas: ¿Cómo enfrenta su ansiedad? ¿Será que depende de una medicina o de otra persona para lidiar con ella? ¿O ignora esos pensamientos y sentimientos de ansiedad, porque espera que desaparezcan por sí solos?

Muchas de las personas que conozco han escogido estar preocupados constantemente, en vez de poner su mirada en la provisión de Dios. Se mantienen afanados acerca del futuro y solo pueden pensar en los desafíos que tienen por delante. Sus temores son abrumadores y parecen ser insuperables. Como consecuencia de estar enfocados en sus problemas, sienten que nunca habrá una mejoría en su vida. 

Si algo de esto le parece familiar, puedo asegurarle que ese nerviosismo diario no proviene del Señor (2 Timoteo 1.7). No es el deseo de nuestro Padre celestial que suframos un incesante ataque de ansiedad. Lo que sí quiere es que confiemos en Él mientras enfrentamos nuestras preocupaciones y temores en cada aspecto de la vida. 

En Mateo 6.25-34 Jesucristo nos enseña acerca de su provisión y de la preocupación. No negó la existencia de la ansiedad, pero resaltó dos verdades importantes que debemos recordar:

1.  El temor no produce nada de valor.
2.  La confianza en Dios amengua el temor.

Hubo un tiempo en mi vida en el que enfrenté una gran barrera para mi fe. No podía comprender por qué sufría, o por qué me sentía tan perturbado, pues todo lo demás en mi vida parecía estar bien. Recuerdo que en numerosas ocasiones oré para que el Señor me ayudara a confiar más en Él. Pero por alguna razón, no podía atravesar ese muro imposible que me impedía confiar plenamente en Dios.

Finalmente, les pedí ayuda a varios amigos sabios que amaban a Dios. Sabía que me darían un excelente consejo. Se comprometieron a permanecer a mi lado, mientras oraban y reflexionaban en los acontecimientos de mi vida, hasta que el Señor nos mostrara de dónde provenía esa ansiedad.

Nos reunimos y hablamos en el transcurso de algunos días. Les conté todo lo que pude recordar acerca de mi vida personal. Estaba decidido a no huir del problema, sino a enfrentarlo de una vez por todas. Les conté todo a esos amigos en los que confiaba y no escondí nada.

Entonces uno de mis amigos me hizo una pregunta que nunca olvidaré: “Imagínate que tu padre te carga y te abraza. ¿Qué sientes?” Fue directo al centro del problema, y rompí en llanto. No pude dejar de llorar durante cierto tiempo.

Mi padre falleció cuando tan solo tenía nueve meses. Perderlo a tan temprana edad creó un gran vacío, temor e incertidumbre en mi ser, aunque no me había percatado. Cuando me tranquilicé, mi amigo me pregunto de nuevo: “¿Qué sientes Charles?” Me detuve a pensar por unos instantes, y luego respondí: “Me siento acogido, seguro y aceptado. Me siento amado”. Por primera vez pude comprender que Dios me amaba, que podía tener una relación personal y real con Él después de ser salvo. Recuerden que había predicado durante toda mi vida sobre el amor incondicional del Señor. Lo creía en mi mente, pero hasta ese día nunca lo había experimentado en lo profundo de mi espíritu.

¿Acaso me había dicho a mí mismo que Dios no me amaba? Por supuesto que no. ¿Dudé de su amor en alguna ocasión? No. ¿Qué había creado entonces en mi interior esa incapacidad de experimentar a cabalidad el amor de nuestro Padre celestial?

Fue la necesidad insatisfecha de un pequeño niño por su padre terrenal. Mi mente aprendió a bloquear ese dolor, a vivir sin su presencia física y a sobrevivir. No era culpa de nadie; pero necesitaba a mi padre, y eso afectó la forma en la que mi mente procesaba todo lo relacionado con el Señor. Lo más extraordinario es que no tenía idea alguna de que esos pensamientos y esa ansiedad subyacente existieran antes de que fueran expuestos. 

Imaginarme a Dios abrazándome como lo hace un padre terrenal con su pequeño hijo, era lo que necesitaba para superar ese obstáculo. De pronto, mi conflicto con Dios cobró sentido y al fin pude sentirme cerca de Él. Reconocer su presencia de una manera tan tangible dio paso al gozo, a un alivio profundo y a un cambio total en toda mi vida y ministerio.

Amigo, nunca podrá saber aquello que no sabe acerca de usted mismo. Ninguno de nosotros puede hacer eso. Descubrir las heridas ocultas y las ansiedades de nuestra vida requiere la obra del Espíritu Santo, quien tiene el poder necesario para examinar y ministrarnos de maneras extraordinarias (Romanos 8.26, 27). Confíe en que el Señor puede revelar ese dolor oculto y enfrente su ansiedad de una vez por todas.

Día 5Día 7

Acerca de este Plan

Victoria Sobre La Ansiedad

La ansiedad es una reacción normal ante las incertidumbres que enfrentamos en la vida. Sin embargo, lo importante es lo que hacemos con esa ansiedad y el tiempo que la experimentamos. Acompañe al Dr. Charles Stanley mientras define esa dañina emoción, le muestra cómo vencerla y le ayuda a encontrar la solución definitiva que Dios da, la cual le guiará a disfrutar una vida victoriosa y llena de fe.

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Nos gustaría agradecer a In Touch Ministries por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.encontacto.org/planes-de-lectura