ORAR BAJO UN CIELO ABIERTOMuestra

  Rompe los cielos y desciende

  En esta oración para que Dios “rompa los cielos y descienda”, creo que Isaías estaba reflexionando en una experiencia anterior en su vida. Leemos en Isaías 6:1-8 que él fue llevado a los cielos y recibió la comisión y la unción para su vida y su ministerio profético. Junto con el notable panorama celestial, él describió una abrumadora consciencia de pecado mientras estaba ante la santidad de Dios. Pensó que seguramente moriría, pero también encontró gracia allí, pues su pecado fue purgado con fuego santo. ¡Fue en ese lugar donde su vida y su destino fueron cambiados para siempre!

Prestemos una atención especial a lo que los ángeles daban voces unos a otros. Observemos que no decían: “El cielo está lleno de su gloria”. En cambio decían: “toda la tierra está llena de su gloria”. Esta fue una perspectiva profética de un tiempo que llegará, y que se describe en Habacuc 2:14: “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”.

Cuando Isaías oró para que Dios rompiera los cielos y descendiera, estaba diciendo en esencia: “Señor, si la tierra va a estar llena de tu gloria, ¡debes romper los cielos y descender!”. Isaías entendió que ese rompimiento sería necesario para que Dios cumpliera su plan para este mundo.

Amigos, ¡la oración de Isaías fue respondida hace dos mil años! Dios verdaderamente rompió los cielos y descendió por medio de Jesucristo. ¿Podría hacer un rompimiento más drástico que lo que sucedió en el Calvario? La tierra se abrió, el velo del templo se rasgó de arriba abajo, y el precioso cuerpo de Jesús fue partido para que el cielo pudiera invadir la tierra. Dios ha descendido y ha destruido esa antigua barrera entre el cielo y la tierra, y hoy todas las riquezas de Dios están disponibles para todo aquel que las tome, por la fe, mediante la oración.