ORAR BAJO UN CIELO ABIERTOMuestra

  Oración dirigida por el plan

  Uno de los mayores obstáculos de la revelación de la gloria de Dios en la tierra es: ¡la oración! No, su vista no le está jugando una mala pasada. Pero estoy hablando de la oración ofrecida por quienes tienen planes personales y buscan exaltarse a sí mismos. Ellos oran: “no se haga mi voluntad, sino la tuya”, y Dios ve absolutamente todo. Él escucha cada oración, pero también mira en lo profundo del corazón del individuo que hace la oración, ¡y entiende claramente las motivaciones que hay detrás!

Nada está oculto nunca de sus ojos. La oración de cualquier tipo por algo va a estar sujeta siempre a su escrutinio. Él no solo oye lo que le pedimos que haga, sino que también ve la verdadera razón de la petición. A esto se refería Santiago cuando dijo: “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:2-3).

A Dios le gusta cuando aceptamos su carga y oramos por las cosas que están en su corazón más que por las nuestras. Uno de los mayores propósitos de la oración es ayudar a traer su Reino a la tierra para que Él sea glorificado. Esta verdad queda ilustrada claramente por Jesús cuando dijo: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:13-14).

Dios nos ha dado promesas maravillosas sobre pedir, creer y recibir. Eso no está en disputa de ninguna manera, pero hay un llamado más alto en fe y oración, y es pedir cosas que, cuando nos sean concedidas, se usarán exclusivamente para dar gloria a nuestro Padre celestial por medio de su Hijo, el Señor Jesucristo. Es un tipo de oración que no se trata de nosotros, sino que se trata totalmente de Él y para Él.

Ese es el tipo de oración que Dios desea.