El valor de la obediencia en la vida espiritualMuestra
“Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios; y las que hay, por Dios han sido constituidas”. Romanos 13:1
Obedeciendo a la autoridad delegada – parte II
Obediencia a la autoridad civil
Romanos 13:1-5 nos dice que la autoridad civil es una autoridad delegada por Dios, y como tal le debemos obediencia.
En una sociedad que no es perfecta, la autoridad civil está para buscar el balance para los mejores intereses de convivencia, por eso Dios la ha investido de autoridad. De modo que, al resistirnos a la autoridad civil, en el fondo nos estamos resistiendo a Dios.
La voluntad de Dios es que entre los seres humanos también haya orden y justicia, con este propósito ha establecido el gobierno. Si no existiera instituciones y autoridades la sociedad sería un caos. Por esta razón debemos someternos a los gobernantes y autoridades civiles, siendo ellos autoridades delegadas de parte de Dios (1 Pedro 2:13-15).
Si bien reconocemos que algunas autoridades son corruptas, Dios es quien ha dotado de institucionalidad a la autoridad civil para ejercer justicia y gobernar. A pesar de que los gobernantes y autoridades de Dios no son seguidores de Cristo, sino incrédulos, aun así, deben cumplir con el propósito con el cual Dios los ha establecido (Romanos 13:3-4).
Los gobiernos están para cumplir la ley y también para hacer que sea cumplida por el pueblo. Debemos respetar las leyes, primero por causa de Dios y del señor, porque es su voluntad que obedezcamos a las autoridades, segundo por causa del castigo, porque podemos sufrir las consecuencias de la desobediencia, y tercero por cuestiones de conciencia, porque sabemos que estamos obrando incorrectamente (Romanos 13:5).
En todo caso, la forma como ellos ejerzan su autoridad les será demandado por Dios. Pero eso no anula el principio de autoridad delegada de Dios. Además, Dios nos pide que oremos por quienes nos gobiernan y ejercen la autoridad civil.
Acerca de este Plan
La obediencia es un factor esencial en la vida espiritual. Afecta la fe, el crecimiento espiritual, la santidad, el amor y toda gracia en nuestra vida. Sin obediencia nuestra fe es mera profesión verbal, sin firmeza. La obediencia comprueba nuestra fe e identidad como hijo de Dios. Somos llamados, pues, a actuar en obediencia a Dios, y a su autoridad delegada: padres, autoridades civiles, líderes espirituales, etc.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/