El valor de la obediencia en la vida espiritualMuestra
La obediencia marca una ruta espiritual de bendición
“Porque como por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos”. Romanos 5:19.
Lo que marcó el estado pecaminoso del ser humano, fue la desobediencia de Adán. Lo que estableció la restauración y la redención de la humanidad, fue la obediencia de Jesús. La desobediencia de Adán hizo pecadores a la humanidad. La obediencia de Jesús hace a muchos justos.
La muerte de Jesús fue un gran acto de obediencia, gracias al cual tenemos salvación. Este pasaje no sólo subraya el sacrificio de Jesús, sino también su activa obediencia. El factor obediencia fue uno de los rasgos resaltantes de la vida de Jesús en su ministerio terrenal. “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec”. Hebreos 5:8-10
El pecado de Adán fue el resultado de su desobediencia. Él desobedeció el mandamiento de Dios: “De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás” (Génesis 2:16-17), y cometió el pecado de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.
La obediencia espiritual está en someterse a la voluntad de Dios, tal como lo hizo Jesús. Esta actitud de obediencia se observó en el Getsemaní: “Por segunda vez se apartó y oró diciendo: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad”. Mateo 26:42.
En la sujeción a Dios no se trata de esperar que se anule lo negativo solo por obedecer. Aún y a pesar de lo negativo, la obediencia es un requerimiento espiritual de Dios. La obediencia trae resultados positivos, no importando las circunstancias negativas que se generen.
Escrituras
Acerca de este Plan
La obediencia es un factor esencial en la vida espiritual. Afecta la fe, el crecimiento espiritual, la santidad, el amor y toda gracia en nuestra vida. Sin obediencia nuestra fe es mera profesión verbal, sin firmeza. La obediencia comprueba nuestra fe e identidad como hijo de Dios. Somos llamados, pues, a actuar en obediencia a Dios, y a su autoridad delegada: padres, autoridades civiles, líderes espirituales, etc.
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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/