Al 100 % La Vida Que Dios Tiene Para NosotrosMuestra

Identificados en Su muerte 

El Antiguo Testamento nos relata acerca del templo de Jerusalén y sus diferentes áreas de culto y experiencia con Dios. Los sacerdotes iban a un lugar llamado “santo” y solo uno de ellos entraba al espacio llamado “santísimo”. Allí estaba lo máximo de Dios.

El Nuevo Testamento nos ayuda a comprender más cabalmente el significado del cruce del velo por parte de nuestro Señor Jesucristo y el alcance de eso para nuestra vida hoy. 

En el templo de Salomón, aquel que se había levantado en los tiempos de Jesús de Nazareth, ese velo que implicaba distancia y peligro por la separación del hombre y Dios, fue abierto (no fue quitado ni eliminado, sino abierto) por Jesús en su rol de Sumo Sacerdote. 

Su sangre, como la de un cordero sin mancha, nos limpia de pecados y nos permite entrar a la Presencia de Dios, pero fue su sacrificio en la cruz, es decir, la ruptura de su cuerpo mortal, la entrega total, lo que terminó de generar ese acercamiento. Por este concepto de entrega es que el camino a través del velo está abierto por Su cuerpo. De hecho, el velo se rasgó, se abrió en el momento en que Jesús muere físicamente en la cruz.

El velo fue abierto y permanece abierto. El velo está ahí, abierto. Puedes avanzar cada vez más profundamente en la habitación de Dios, pero esto implica “entrega”. Jesús lo dejó en claro cuando dijo: “el que quiere ser mi discípulo, tome su cruz, niéguese y sígame”. Identificación. En otra parte, recordó que nadie que toma el arado y mire hacia atrás, vivirá el Reino plenamente. 

Las palabras de Pablo enseñando acerca de vida abundante son “no vivo yo, sino Cristo en mí”.  ¿No es acaso una de las claves de la vida cristiana, que viva Cristo en nosotros? ¿No hemos cantado por décadas “más de Ti y menos de mí”? 

En ese velo entrego mi egoísmo para entrar en Su grandeza, entrego mis temores para entrar en Su confianza, entrego mi orgullo para entrar en Su humildad. Del otro lado del velo de la consagración, hay una nueva dimensión de fe y relación con Dios.

Un último pensamiento: La entrega de Jesús fue en obediencia al Padre, en beneficio nuestro. Nuestra consagración debe acarrear bendición, mejoras a nuestra vida familiar. Piensa en tus relaciones familiares sin egoísmos, sin mentiras o búsqueda de lo propio por encima del bien común. ¿No es acaso la vida familiar entrega y devoción? ¿No ponemos “el cuerpo” cada día?

Oración:

Señor, me consagro nuevamente a Ti. No hay nada que yo desee más que conocerte profundamente. Sé que en Tu Presencia mi vida es transformada y esto será bendición, no solo para mí, sino para todos los que habitan mi casa.