[Grandes Versos] Siete «Quien» Del Libro De Los SalmosMuestra

¿Quién te anima?

¿Alguna vez te sentiste como un fracaso? Yo sí. No se siente muy bien. Cuando empecé la Iglesia Comunitaria Woods Edge, había pasado por cuatro duros años de ministerio. Fueron años de lucha, frustración, trabajo duro, conflicto personal y más. Había perdido mi confianza como pastor y como predicador. No me sentía bien conmigo mismo. Me sentí como un fracasado.

La mayoría de nosotros pasamos por temporadas como esta, cuando nos sentimos como un fracaso, un rechazo o un don nadie. En esos momentos, es vital que escuchemos la voz de Dios y no la voz del enemigo. Debemos escuchar intencionalmente las verdades de Dios sobre nosotros, no las mentiras de Satanás sobre nosotros.

Uno de los mejores lugares para las verdades de Dios sobre nosotros está en Salmos 139. Allí escuchamos la voz de Dios diciéndonos estas verdades esenciales:

Te conozco (Salmos 139:1–6). Siempre estoy contigo (Salmos 139:7–12). Te hice cuidadosamente (Salmos 139:13–16a). Tengo un plan para ti (Salmos 139:16b–18). En otras palabras, le importas a Dios. Le importas más de lo que sabes.

La pieza central del Salmo se encuentra en los versículos 13-14:

Porque tú formaste mis entrañas;

Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;

Estoy maravillado,

Y mi alma lo sabe muy bien.

David está lleno de asombro y se encuentra maravillado, lo hace estallar en alabanza: «Señor, me has creado en el vientre de mi madre. Me has creado de forma intrincada, cuidadosa y personal. Hiciste todas las células de mi cuerpo. Soy tu trabajo manual. Tu huella digital está sobre mí. Tu ojo siempre ha estado sobre mí». Él continúa «Señor, estoy tremenda y maravillosamente hecho. Señor, te alabo por la forma tan tierna en que me hiciste. De hecho, soy especial para ti». 

Si alguna vez te sientes como un fracaso, si alguna vez experimentas rechazo y decepción, si alguna vez te sientes como un don nadie, corre a Salmos 139 y escucha la voz de Dios. Le importas a Dios. Eres increíblemente especial y precioso para el Dios que te hizo.