PADRE, PAPÁ, PAPITO

Las personas que tienen el estigma emocional de haber sido rechazadas deben recordar que Dios es su verdadero Padre. Porque al morir en la cruz, Cristo derribó la barrera del pecado que impedía el acceso de toda persona a su Padre celestial.

En primer lugar, Dios es nuestro Padre. No somos el resultado biológico de un padre y de una madre. Por el contrario, somos el resultado del amor eterno de Dios. De forma perfecta, él nos diseñó y nos creó en el vientre de nuestra madre.

En segundo lugar, Dios es nuestro Papá. Él nos provee, nos disciplina, nos protege. Dios es nuestra verdadera autoridad, el que da la dirección correcta a nuestra vida. Él nos enseña cuál es la verdadera felicidad. Él cumple su rol como Padre a la perfección.

En tercer lugar, Dios es nuestro Papito. Abba es la primera palabra que pronuncia un niño de origen semítico, hebreo, árabe, arameo; y significa ‘papi, papito’. Refleja una gran intimidad y también un respeto afectuoso. Cristo ha logrado para nosotros tal intimidad con nuestro Dios, pues gracias a su sacrificio podemos decirle Papito a Dios.

El amor de este Padre es perfecto. Según descubrimos en el Padrenuestro, Dios Padre es nuestra figura de autoridad (Mateo 6.9). Él direcciona nuestra vida (v.10), es nuestro proveedor (v.11), nos disciplina en amor (v.12) y nos protege de todo mal (v.13).

Por tanto, no dejemos que los daños emocionales que hayamos sufrido opaquen estas verdades sobre la paternidad de Dios. Cristo nos acercó al amor incondicional de Dios. Ahora que somos sus hijos, tenemos una relación tan íntima que podemos llamarlo: ¡Abba Padre!