La Paternidad De DiosMuestra
ADORA AL PADRE Y SÉ SANO
La puerta de la adoración está abierta. Solo tenemos que subir, como el apóstol Juan, y entrar por ella para contemplar al Padre y para adorarlo. La clave principal para gozar dicha paternidad es experimentar una adoración íntima, personal y constante con el Padre celestial.
¿Cómo es nuestra vida devocional? Muchas veces, cumplimos únicamente con una buena disciplina. Leemos una porción de la Biblia y oramos un momento, pero no nos acercarnos al trono de Dios, ni experimentamos una relación profunda con él. Por eso, el temor se apodera de nosotros.
La adoración nos ayuda a nosotros, no a Dios. Él no necesita nuestra adoración. Adorarlo no lo afecta a él, sino a nosotros. Los miedos, las ansiedades, el temor y la soledad se disipan o desaparecen cuando adoramos a Dios. Por medio de la adoración, el amor de Dios expulsa el temor de nuestras vidas.
El apóstol Juan escribió: «Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado» (Apocalipsis 4.2). Como a Juan, las puertas del cielo también se abren para nosotros. Mediante la salvación ganada por medio de Cristo, podemos acercarnos a Dios y, además, ¡podemos adorarlo!
Por tanto, necesitamos más que una buena práctica devocional diaria. Debemos adorarlo porque nosotros lo necesitamos a él, no él a nosotros. Debemos adorarlo porque él nos ama y nos valora. Debemos adorarlo porque él es el buen Padre, proveedor de todas nuestras necesidades.
Las puertas están abiertas. Somos invitados a adorar a nuestro Padre celestial. ¿Te vas a quedar afuera?
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Escrituras
Acerca de este Plan
La mayoría de las personas solo se quedan con las consecuencias o las manifestaciones de una carencia paterna, es decir, de una paternidad distorsionada, ausente, o destructiva. La paternidad de Dios nos sana, nos afirma, nos equilibra y nos da sentido perfecto de aprobación. Este devocional nos guía hacia la restauración de nuestra paternidad para que podamos alcanzar plenitud de vida.
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