Una Casa Construida Sobre La RocaMuestra

Con este episodio, estamos concluyendo la etapa 1 de la construcción de nuestro hogar espiritual, donde afirmaremos una base sólida y profunda. Ya hemos reflejado y aplicado las enseñanzas del Sermón del Monte a nuestras vidas. Ya entendemos el significado y la importancia del proyecto de Salvación y que hemos sido elegidos y llamados por el Padre para vivir este maravilloso proyecto. Hoy vamos a hablar de la justificación por la fe y la santificación.

La justificación por la fe es la columna vertebral del cristianismo. La justificación por la fe fue la doctrina básica y esencial que la Reforma Protestante puso en primer plano porque, en ese momento, incluso dentro del cristianismo, se predicaba que el hombre podía ser salvo por sus obras y méritos. Se afirmó que el hombre, entonces, podía hacer algo para merecer su salvación.

Esta verdad bíblica, de la justificación por la fe, deja en claro que no hay salvación por lo que somos o hacemos. Somos salvos por lo que CRISTO hizo en la cruz y aplicó a nosotros, y recibimos esta obra de redención de Cristo por fe.

Nuestros pecados merecen el juicio divino y todos comparecerán ante la Corte de Dios para dar cuenta de su vida. Los libros se abrirán y todos serán juzgados de acuerdo con sus escritos que expondrán toda la verdad sobre cada uno de nosotros. Incluso nuestros pensamientos serán juzgados. La justificación por la fe, por tanto, es la resolución de un problema jurídico del alma del hombre hacia Dios, ante su Corte, tras el Llamado a la salvación. Hay un libro, el Libro de la Vida, que también será abierto, y allá estarán los nombres de todos aquellos que por la GRACIA fueron perdonados y justificados por la FE en Cristo Jesús.

Este caminar hacia la eternidad, basado en la fe bíblica, es un proceso que comienza en el llamado y termina solo hasta que somos glorificados en la segunda venida de Cristo. Y a este proceso lo llamamos Santificación, es decir, es separarse del pecado para vivir para Dios. Era un término utilizado en las canteras, cuando alguien encontraba una piedra preciosa y la guardaba para cortarla. Separado del pecado y consagrado para ser pulido por Dios.

Dios no te eligió para ser rico, para tener plena salud, Dios te eligió para ser santo. De una manera muy ilustrativa, mira por qué Dios, después de su llamado, te introduce en el proceso de santificación:

1) Estabas en un charco de barro. Revolcado en el fango del pecado. Muerto en sus crímenes y pecados.

2) El Espíritu Santo te ha revelado un rescate. Jesús fue revelado a tu corazón. Escuchaste el llamado a la redención. Te sacó de ese charco sucio y puso tus pasos sobre la roca.

3) ¿Cómo es su estado después de ser rescatado / salvado? Todo sucio, ¿no? ¿Dios los pondría a todos sucios sobre la roca, dentro de la iglesia? ¡Obviamente no! ¡Dios quita el pecado y el poder del pecado de tu vida!

La palabra autoriza diciendo que el salvo debe dejar de ser mentiroso, debe dejar de fornicar, debe dejar de hablar palabras torpes, debe dejar de avergonzarse del evangelio, debe dejar de robar, debe leer la Biblia, debe ir a los servicios, debe orar, entre otras disciplinas espirituales contenidas en la Palabra de Dios. Debido a que somos salvos y santos, hay cosas que el creyente en Jesús no debe hacer y otras que debe hacer.

Santificación en ayunos, oraciones, predicación, en exhibición de la Biblia: esto es poder en la vida del creyente. ¿Quieres santificarte tú también?