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PINTA EL MUNDO 

La vida es un regalo de Dios.  Mientras avanza nos presenta diversas situaciones que hacen de nuestro peregrinaje una aventura llena de grandes desafíos, alegrías, tristezas, victorias y derrotas, con el fin de hacernos crecer y madurar. También, en muchos momentos, podemos sentirnos estancados y paralizados, al punto de convertir nuestra experiencia en un pequeño infierno en la tierra. Seguro has escuchado la expresión, “la vida es un infierno”; una declaración fuerte y tremendamente negativa que cada día cobra fuerza en medio del mundo en el que habitamos. Al declararla con tanta firmeza le damos poder a Satanás sobre nuestras vidas, país y entorno. 

Al leer el Padre Nuestro, encuentro una parte que siempre me ha llamado la atención, venga tu reino y hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10, RVR 60). Estas palabras, que Jesús nos enseña en el modelo de oración, son las que deberíamos aplicar en nuestras declaraciones diarias. Dios quiere que tú y yo vivamos su reino en la tierra, que podamos transitar por esta vida acompañados de su presencia y ser bendecidos por su inagotable amor hacia nosotros; nuestro paso por la tierra no tiene que convertirse en ese infierno que el Diablo nos quiere hacer vivir, sino en ese cielo bendecido que nos da la vida en Cristo. Conozco la realidad en la que vivimos y los diversos desafíos que enfrentamos; pero también sé, y soy testigo, del poder y la vida que provienen de Dios. 

Cuando a diario te sostengas de su mano, no habrá nada en este mundo que pueda quitarte el gozo de su bendición. La decisión es tuya: o vives una existencia amargada, llena de resentimiento, venganza, odio, temor, ansiedad, envidia y peleas, que es lo que constantemente nos ofrece este mundo, o, en medio de este mismo mundo, decides dar gracias en todo tiempo, amar, perdonar, admirar, abrazar y vivir la vida que Jesús te ofrece. El panorama de nuestro entorno lo decidimos nosotros mismos.

Vive tu peregrinaje por esta vida de la mano de Dios, pinta el mundo con su color, que, aunque el sol no aparezca muchas veces y pareciera extenderse esa noche oscura, no estarás angustiado, porque tu sol y tu luz provienen del creador del cielo y de la tierra, y si lo tienes a Él, lo tienes todo. Al entender que esta es la clase de vida que Dios quiere que vivas, podrás declarar como Pablo:

Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos (2 corintios 4:8-9, LBLA).