LA FE EN LA PROMESAS

Cierto día, Dios me dio una palabra en la Biblia, que paralizaría mi vida completamente. Yo tan solo tenía 18 años de edad, y ahí comenzaron mis primeros encuentros con Dios.

Salmo 2:8- Pídeme y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra. Cuando yo leí esto, dije: ¿cómo así? ¿Dios me entregará las naciones de la tierra? ¿Pero para qué? A partir de ese momento, entendí que mi llamado en Dios, era llevar las buenas noticias de salvación en todo lugar.

La verdad, yo no había salido nunca de mi país. Es más, el lugar más lejos al que había ido, era a la tierra de mi papá y de mi mamá de vacaciones, esto es aquí mismo en Colombia. Pero decidí creer a Dios, sin saber que pasaría en el futuro con mi vida. Más tarde, casi 16 años después, Dios nos dio la estrategia de organizar un festival llamado Pide Vida. La idea con este festival, siempre ha sido predicar el Evangelio a todas las personas a quienes se nos dé la oportunidad de hacerlo. Y qué mejor manera, que usar el deporte extremo, el boxeo, la danza, los malabares, el teatro, entre muchas otras disciplinas artísticas.

Nuestro primer festival iniciaría en las calles de Soacha. Además visitaríamos colegios, escuelas e instituciones educativas. Sería una semana completa, en la cual, estaríamos acompañados de misioneros de varias ciudades de Colombia. Pero también de diferentes países que vendrían a llevar buenas nuevas, a través de sus talentos.

Al finalizar uno de estos eventos, algunos misioneros y voluntarios extranjeros, me abordaron y dijeron que a ellos les gustaría hacer lo mismo en su país, ya que nunca antes lo habían visto y sabían que esto podría ser la antesala para un avivamiento en cada uno de sus países. Esto impactó mucho mi corazón y entendí, que la palabra que Dios me había dado hacía 16 años atrás, se haría realidad: Salmo 2:8.

Hoy en día, podemos decir que el Festival Pide Vida, se realiza en diferentes países como México, Ecuador, Colombia, Guatemala, entre otros. Pero también en distintas ciudades de Colombia. Esta experiencia, me ha llevado a creer plenamente que las promesas de Dios se hacen realidad. Pero que así mismo, es importante perseverar sin desmayar. Mirando al invisible, y permitiendo que las circunstancias difíciles, nos fortalezcan en vez de hundirnos. Recuerda que las promesas de Dios son en el sí y en él amén.