La Rebelión De Los SantosMuestra

A menudo pregunto a diferentes grupos de cristianos cómo describirían en pocas palabras a Jesús. Siempre me sorprendo por la diversidad de respuestas, que casi siempre están tomadas directamente de las Escrituras, Cristo es:

• nuestro amigo y abogado
• el Verbo creador
• el Pan de Vida
• el Primero y el Último
• el Buen Pastor
• el Cordero de Dios y el León de la tribu de Judá
• el autor y consumador de nuestra fe
• la cabeza de la iglesia
• el Rey de reyes y Señor de señores
• nuestro Mesías y Redentor
• el varón de dolores
• la Resurrección y la Vida
• el sanador y el profeta
• el Sol de justicia
• la Verdad.

De manera análoga, en el primer encuentro de Jesús con los discípulos según el relato de Juan (1:35-49), el Señor es nombrado en pocos versículos de ocho maneras diferentes, y cada una de ellas encierra sus propias expectativas: Cordero de Dios, Rabí, Mesías, el que había sido anunciado en la Ley y los profetas, el hijo de José, el nazareno, el Hijo de Dios y el Rey de Israel.

Siempre corremos el peligro de recortar a “nuestro propio Jesús”, de crearnos un Mesías a nuestra imagen y semejanza. El equilibrio que más necesita la iglesia de hoy no se encuentra en la anulación de algunas verdades en favor de otras, sino justamente en el complemento que surge de estas verdades en tensión. Una cristología que se focaliza en uno o dos elementos y se olvida de lo demás no solo pierde contacto con el Jesús histórico sino que, también encuentra serios problemas a la hora de enfrentarse con la realidad. Aunque nos cueste lidiar con el carácter indomable de este Cristo que no entra en nuestras categorías, debemos resistir al impulso de desechar las verdades incómodas; nuestro Mesías extravagante no puede ser domesticado.