Encontrando a PapáMuestra

Una mañana, mientras leía la biblia y tomaba una taza de café (dice todo cristiano), un hombre con una sudadera con capucha corrió por mi jardín trasero. El espíritu de Liam Neeson se apoderó de mí, y en segundos tenía una pistola 9mm en mi mano y le estaba diciendo a mi esposa y a mi hija que se escondieran en el closet y llamaran a la policía. Corrí a mi jardín solo para apenas ver al sospechoso cruzando por el jardín de mi vecino. Para no agitar al vecindario, tiré mi arma en el sillón y corrí por mi puerta principal para perseguir y atrapar al sospechoso. Yo podía escuchar a mi esposa gritando a la policía, “mi esposo tiene un arma y está persiguiendo a un hombre que estaba vigilando nuestra casa.” La situación pasó de 0 a 100 muy rápido. Crucé la casa de mi vecino y me encontré cara a cara con el infractor, me lancé sobre él como un defensa de fútbol americano y lo presioné contra la cerca y le pregunté, “¿qué estás haciendo en nuestras casas? Él se comenzó a hiperventilar mientras gritaba, “señor, por favor no. Es mi primer día, soy lector de medidores.”

Caminamos de vuelta a la casa donde estaba una patrulla lista para un enfrentamiento y un policía gritando, —“¡Suelten sus armas!” El lector de medidores casi se desmaya mientras explicaba el altercado a los policías. Yo pedí perdón en repetidas ocasiones hasta que el policía me detuvo y dijo… “Señor, pare de pedir disculpas. Gracias a Dios nada sucedió. Usted es simplemente un padre protegiendo su casa.”

El sentimiento de seguridad y protección debe de venir de nuestros padres. Cuando nuestra relación con papá terrenal está comprometida, también lo está nuestro sentimiento de seguridad. Dios redimió la seguridad en los padres por medio de Jesús.

En Romanos 8, Pablo declara que: “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.” Él clarifica, “Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice a el temor.” Continuando su punto, Pablo fuertemente proclama que hemos recibido un Espíritu de adopción como hijos de Dios y que somos herederos de la gloria de Dios que nos libra del temor, y nos ayuda a triunfar sobre el pecado y exclamando, “Abba Padre.” La vulnerabilidad y el temor que experimentamos de nuestro padre terrenal se convierte en una declaración triunfante de Abba Padre, nuestro protector.